Pereza alimentaria

"Pereza alimentaria" he denominado a la condición que padezco. No sé en qué consista, porqué se da ni si a alguien más en este mundo le pasa lo que a mí. Siempre me toma desprevenida, eso sí.

Cada cierto tiempo, he notado, podré decir quizá cada par de meses, me da una pereza terrible el simple, natural e indispensable acto de comer. No se me quita el hambre, de hecho, sí me da y mucha. Normal. Lo que desaparece es el apetito. Nada, absolutamente nada se me antoja. Repaso mentalmente y dependiendo de la hora mis opciones: quesadillas, huevos revueltos, una ensalada, pasta, arroz, pescado, una sopa, una rebanada de pastel de algo, pan, galletas, fruta, pizza, sushi... ¿un sandwich? Mmm, no. Nada se me antoja, maldita sea, nada me provoca.

A veces como. En un acto meramente funcional y mecánico, termino metiéndome algo a la boca y adiós hasta la próxima que el estómago reclame. Pero otras veces no. La pereza me domina, me resisto a comer sin disfrutarlo y me brinco las comidas como si no me hicieran falta. Prefiero no.

Dura dos o tres días ésta pereza pero con un metabolismo como el mío, no puedo darme semejante lujo. El primer día no pasa nada. El segundo día quizá me duela la cabeza por andar por ahí sub-alimentada. Y al tercero, los pantalones se me comienzan a caer y la báscula se ríe de mí en mi cara. Inevitable, un par de kilos abajo. Para el cuarto día, asunto olvidado, buen provecho y a comer se ha dicho.

¿Qué es esto? No sé pero yo lo llamo así: pereza alimentaria. Lástima que haya empezado ayer, mañana toca burla. Espero el viernes para comer en santa paz.

No hay comentarios: