Una R lo cambia todo

Dejemos de llamarles "miedos", llamémosles "mieRdos".
(Y tratémoslos como tales, no se merecen menos).

_6_

"Esos sonidos estaban dirigidos a ella y lo sabía. Algo tenían que decirle y se lo decían al pasar. Ella los escuchaba a todos juntos y por separado. ¡Pero no podía entender! Porque hablaba el idioma del agua, entendía el lenguaje del viento; pero no. Con los pájaros, ella se alejaba siempre pensando: ¿qué me acaban de decir que no puedo comprender? ¿qué será?' ¿qué daría por saber? Y caminaba sin más remedio que dejarse acompañar por las dudas, a ésas sí las conocía bien..."

Llámale madurez

Durante años dije: "para siempre es mucho tiempo". Hoy entendí: "nunca jamás también es demasiado".

Y así me vino, como una frase prefabricada y lista para campaña publicitaria nacional en print.

Qué más da. No pienso cargar ninguna de las dos piedras, es suficiente, ya basta.

Algo se rompe dentro de mí y una mujer emerge.

_5_

"Tres rocas en el río: debería, querría y podría. Ella las brincaba con cuidado para llegar a la otra orilla. De ida y de vuelta cuantas veces fuera necesario. Regresaba y se volvía a arriesgar. Pero siempre con el oscuro miedo del peligro y la fatalidad: dar un paso en falso y caer en las profundas y revueltas aguas del hubiera..."

La señorita Paciencia

Si la paciencia fuera persona, sería así: mujer y sumisa (que no es lo mismo). De cabello oscuro y largo pero nunca suelto: amarrado en un chongo feo y tieso. Usaría unos lentes de fondo de botella horribles. Nunca pudo ver bien a dónde iba ni con quién. Ni qué decir del reloj, ¡no tiene! Collar de perlitas, medias. Un bra de elásticos vencidos y unos calzones espantosos. Uñas cortas y limpias, jamás se las muerde. Faldas lisas hasta la espinilla y zapatos horribles de suelas de goma. Blusitas de botones, manga larga y colores sobrios: nunca verde ni azul ni naranja. Escondería un viejo rosario de plata en una de las bolsitas de su suéter. Hablaría poco, con demasiada propiedad y sin decir una sola grosería. Para todo "con permiso", "por favor", "le agradezco" y "no es molestia". Citaría en exceso las genialidades que otros no esperaron para decir y dijeron, "como dijo Neruda...". La música le da igual, no baila, en su vida ha gritado y huele a perfume de abuelita. Le gusta el cine experimental y tiene las piernas invadidas de várices y celulitis. Caderona, friolenta y aburrida. Pálida. Virgen, seguro. Solterona, ¿pues qué más si siempre estuvo esperando? Unos treinta y... casi cuarenta. Mojigata, cero maquillaje y un pequeñito bigote. Nunca bromea ni se carcajea con espontaneidad. No fuma y no toma ni té negro; dice que la altera, sólo de manzanilla y dos veces al día, a la misma hora. Es lingüista, filósofa, antropóloga... algo que ver con los demás pero casi no trabaja. Nadie sabe en qué se le va el tiempo y se la pasa bostezando. Duerme ocho horas diarias: de diez a seis en punto. Su comida favorita: el caldo de pollo tibio. Lenta, sola, callada y alérgica al polen. En sus tardes libres espera las noches. Vive con sus papás. La manipulan, le mienten, se burlan de ella en la calle. Camina mirando hacia abajo y nunca ha dejado el país.

Hasta la prudencia es más inteligente y la desesperación más interesante. Hasta la tristeza disfruta la vida y la angustia se depila las piernas, ¡para que lo sepas, paciencia! La flojera también marchita, nena.

Sobra decir que no podrías ser mi amiga. Mi prisa te hubiera matado a golpes hace un par de años y otra vez hace cinco minutos. Quien sabe, esas personalidades misteriosas... quizá seas una asesina serial y tu próxima víctima sea yo. No me queda otra que esperar a ver qué haces, señorita.

(Gracias, señora, por esta reflexión. Abrazo.)

_4_

"Se meten en su memoria forzando la cerradura y sin pedir permiso. Desordenan sus recuerdos, abren los cajones de la nostalgia y la intimidad. Revuelven todo. Le pintan en las paredes colores y sonidos de un ayer compartido. Cuando terminan, se van escurriéndose entre las sombras de la complicidad.

Ella, al volver a su espacio, encuentra un desastre. Ni se asusta ni se siente invadida. 'Estuvieron aquí otra vez', piensa para sí. Sonríe y llama al conocido cerrajero sin saber bien para qué. Comienza a recoger del suelo los ayeres y se siente abrazada por 8 brazos: los de la incondicionalidad y el tiempo. Y le parece respirar el humo del tabaco de mañana y saborea la sal de unas cuantas lágrimas más. Vuelve a sonreír... 'Seguro se colaron por la rendija de esa canción'.

Testigos visuales afirman que eran 4 y que eran mujeres. Encapuchadas, ninguna; armadas, nadie sabe.

'Tranquilos, ya se fueron, buenas noches', les dice a los vecinos y murmura: 'algo se llevarán, ladronas, algo se llevarán...'

_3_

"En un breve descanso de su larga y cansada caminata cuesta arriba, ella puso el saco que cargaba en el piso y lo abrió. Sacó su alma, sucia, sedienta, arrugada y le dijo: 'es una tontería, ya no te voy a arrastrar; camina conmigo, guíame tú, yo no sé ni a donde vamos'." Secó sus lágrimas y la besó. (¿Quién a quién? Es un secreto). Se tomaron de la mano y continuaron. Las dos flotando hacia arriba, hacia arriba..."

Slight missunderstanding

- I just don't think it's suppossed to be this way.
- Neither do I... neither do I.
- Money shouldn't be this huge source of inexhaustible frustration, disorder, separation, unfairness, sadness, humilliation, disputes, abuse, tears... or should it? Am I being stupid?
- No.
- If you have it, 'cause you have it; if you don't, 'cause you don't. It's never enough but you want to hold on to it. What the hell is money all about?
- We missunderstood it all.
- How?
- We pretend like we owe it but it's the other way around.
- Oh... just a slight missunderstanding.
- And don't ever call it just "money" again. It's Mr. Money.
- Right.

_2_

"La memoria le gritaba que ese reflejo le pertenecía pero aquellas dos que se veían de frente en el espejo, ni se conocían, ni se reconocían, ni se miraban de verdad..."

_1_

"Ella se disfrazó de rutina, se enrojeció los ojos y salió a estrellarse contra los viejos muros de este nuevo martes. Y suspiró."

Un pequeño ejercicio

Si para todo tienes respuestas, sugerencias acertadas y réplicas precisas... si de verdad todo te parece tan lógico y tan fácil y todos somos unos ciegos imprácticos por no encontrar las soluciones y estrellarnos con confusas paredes todo el tiempo, ¿te importaría comenzar por ti? Cambiemos papeles: ahora yo te haré unas preguntas muy directas y puntuales, consultaré tu sabiduría y así sabré qué carajos sentirías/harías/dirías/pensarías tú. Y tú recibirás mis consejos, intromisiones y refutaciones sin pelear ni disgustarte sino como cosas "obvias". Puede ser un ejercicio interesante. ¿Va la primera pregunta? Ya la tengo.

tenderness

Me siento como un pollo sobrecocido o algo remojado en exceso. Quien alguna vez haya hecho un caldo de pollo lo sabrá: la carne es tan suave y tan tierna que al primer roce, se parte, se rompe, se desmenuza y del trozo entero no queda nada. En inglés es tenderness, en español no existe. Es esta fragilidad extrema, esta sensibilidad a flor de piel. No quiero ataques, no quiero burlas, no quiero sugerencias que no pedí ni pláticas que no busqué. No estoy enojada, ni triste, sólo estoy tender (que no es tierna pero podría serlo). No quiero dar explicaciones ni largas pláticas. Nada que demande demasiado, nada que saque más. Sólo quiero que alguien comprenda que también hay días así en los que sólo se pueden recibir abrazos. Si no puedes darlo sin pedir una explicación a mi media mirada, entonces por favor... es mejor, de verdad, no pasa nada pero déjame sola.

bad timing

El problema con el insonmio es que es inoportuno. No tendría problema si me diera por las mañanas.

Cambio de era

No contigo, no ese domingo, no esa película, no ese sillón, no ese vino, no ese beso. Otro alguien, otro domingo, otra película, otro sillón, otro vino, otros besos... otros muchos más. Cuando me iba a despedir esa noche, sólo recuerdo pensar: "sería lindo que nadie se tuviera que ir".

¿Será que me estoy cansando de jugar? ¿Será que me estoy cansando de lo pasajero, de lo trival, de lo por-siempre-libre? ¿Será que la vida ahora me está alimentando de esos nuncas que tantas veces pronuncié? Si no, ¿entonces por qué al ver ese closet que tienes tan lleno de cajas y maletas pensé: "sí, cuando viva con mi alguien necesitaremos dos recámaras, no sólo una"?

Decir que esto me cayó como baldazo de agua fría es poco.

Y encima, visualicé el departamento ficticio y lo decoré en tres segundos en mi mente. Tú ni cuenta te diste, al fin y al cabo, esto que escribo empieza con un "no contigo", ¡ja! Pero algo cambió para mí, se hizo evidente algo grande en ese instante y tronó. Me extraña que no lo escucharas.

Cambio de era. Así lo he denominado y así se siente por dentro. Toda una nueva etapa. Del "yo nunca" al "sería lindo", con todo lo que eso implica. Con papeles o sin ellos, es lo de menos ahora, ya después me preocupará eso.

Hoy dejo de querer un "luego nos vemos" para contemplar como algo mucho más deseable un "hasta mañana". Hoy me descubro pensando que "sería lindo" pensar en un nosotros.

Me leo y no lo creo. Uno nunca sabe qué tanto está cambiando con el curso de los días hasta que cualquier domingo por la noche en el departamento de un amigo pongo en una esquina una lámpara muy loca e imagino las mesas antiguas... en mi mente. Y entonces escucho un susurro cerebral que dice: cambio de era... "sería lindo".

Un ojalá

Me retiro caminando con la vista hacia abajo y con paso lento. Algo me oprimía el pecho y lo que sí pude hacer fue recargar la cabeza hacia atrás con melancolía. La sonrisa bien puesta, eso sí, y el abrazo de despedida que no puede faltar. Nos vemos pronto. Sí. En una mezcla entre sorpresa, tristeza y soledad. A ratos me siento la más ajena, a ratos la menos ciega. A ratos la más distinta, a ratos la más libre. Me gusta vernos tan mujeres, tan complejas, tan reinventadas en otras facetas. Me duele profundo no tener el tema que quieren escuchar y saber que sólo ese escucharán. Dos veces lo intenté con el mismo resultado: nulo. Me duele que las cosas no sucedan cuando tronamos los dedos. Me duele no vivirlo a la par o al mismo tiempo pero si algo me ha quedado claro es que no lo voy a forzar. Y aún con todo, lo disfruté bastante.

Creí que se iban a quedar más tiempo pero comienzo a ver que se van... o tal vez sea yo la que se se está yendo. También de aquí me estoy yendo. Como un imán que no lo puede evitar, que es jalado, llevado a otro punto, lejos, fuera de su voluntad. O simplemente no puede pegarse, no puede, no puede y no podrá. No hay poder humano que lo haga pegarse y permanecer. No sé que pasa con todo lo que se construye... algo quedará de los derrumbes. Ojalá esta vez sea una evolución y ojalá yo me pueda quedar en el proceso. Esto sólo es un ojalá.

La delgada línea

"La delgada línea" suena a película de acción hollywoodense de muy alto presupuesto en la que podrían aparecer Matt Damon o Colin Farrell con una barba de tres días en extremo sexy y un disfraz de superhéroes universales y todopoderosos en extremo visto. Una de esas tan refritas y tan taquilleras tramas que involucran conspiraciones, persecuciones en helicóptero, políticos corruptos, autos que explotan y algo que ver con la seguridad nacional de nuestros ególatras vecinos del piso de arriba. Los protagonistas siempre terminan con una pequeña y muy controlada herida sangrante en la frente o en la mejilla... y triunfantes, obvio. Podrían filmarla en otoño en Washington D.C. Linda ciudad.

En un universo alterno, de mucho menos presupuesto y fantasía pero no menos suspenso, (y claro, sin Matt ni Colin) está mi delgada línea. Esa delgada línea que no encuentro, esa que se me confunde y desdibuja. Esa que me deja con más preguntas que respuestas entre las cejas, uno que otro ataque de ansiedad y me obliga a salir a caminar tres horas por toda la ciudad un buen domingo por la tarde... o a manejar, también durante tres horas un buen jueves por la noche. Esa que me tiene tan confundida y me hace sentir tan insuficiente y no-apta. Esa que se multiplica y luego se divide, y luego se esconde y luego se me pinta, indeleble, en la piel.

¡Esa que se me pierde tanto que ya dudo que exista! ¡Esa que busco tanto que no puede no existir!

¿Qué delgada línea separa la prudencia cautelosa de la irremediable cobardía? ¿Qué delgada línea separa la emoción de un salto al vacío del pavor a cualquier "desconocido"? ¿Qué tan vacío está el vacío al que quiero brincar? ¿Realmente quiero brincar o prefiero bajar por la escalera? ¿Qué tan desconocido es lo que desconozco? ¿Qué delgada línea separa la estupidez de una esperanza reciclada y la sana paciencia por algo mejor? ¿Cuándo deja de ser flojera y comienza a ser hastío? ¿Cuándo deja de ser cansancio y comienza a ser profunda tristeza? ¿Cuándo estoy resistiendo haciéndome más fuerte y cuándo estoy resistiendo haciéndome más tonta? ¿Qué tanto se trata de arriesgarse a la aventura y qué tanto se trata de ser fría estratega? ¿Qué tan sola estoy realmente... será sólo una trampa ilusoria que hay que atravesar para saber? ¿Qué tan lejos o qué tan cerca, qué tan a punto están de pasar las cosas? En distancias reales, carajo, nadie me diga "pues depende". No sirve el depende, de dependes está lleno todo.

¿Qué línea delgada separa la tranquilidad pasajera de otro ataque de ansiedad? ¿Cuándo es paz genuina y cuándo es evasión irresoluta? ¿Qué es inocente insonmio cotidiano y qué es incertidumbre crónica rutinaria? ¿Cuándo dejo de pagar el precio de ser una adulta independiente y cuándo empiezo a traicionarme a mí misma? ¿Cuándo es no valorar lo que tengo y cuándo es quedar vacía por tenerlo? ¿Cuándo es berrinche y cuándo es necesidad? ¿Cuándo deja de ser una cadena de eventos desafortunados y cuándo comienza a ser un evidente fracaso a todas luces? ¿Cuándo es aburrimiento infantil y cuándo es peligrosa sofocación? ¿Cuándo es persistencia y cuándo es necedad? ¿Cuándo empiezo a respetarte en silencio y cuándo empiezo a abandonarte por la paz? ¿Qué tanto es pasión y qué tanto es arrebato? ¿Qué tanto es esperar y qué tanto es pasividad? ¿Cuándo es comodidad territorial y cuándo es honesta no-atracción? ¿Cuándo la sencillez se transforma en simpleza? ¿Dónde se mezclan la confianza y el miedo? ¡Porque se mezclan! ¿Cuándo es sano deseo de más y cuándo es torpe ambición desmedida? ¿Cuándo se cierra un ciclo de golpe y cuándo no sabes decir "gracias y adiós"? ¿Cuándo es disfrutar ver hacia adentro y cuándo es no querer ver hacia afuera? ¿Cuándo es estar en el lugar equivocado y cuándo es sentirse siempre ajeno? ¿Tomé oxígeno para otro rato bajo el agua o están a punto de salirme branquias? ¿Me tardé en rendirme o me congelé en la comodidad... por más incómoda que era? ¿En unos años me podré reír de esto o jamás me terminaré de arrepentir? ¿Cualquiera en mi lugar se sentiría igual o soy sólo yo con mi intensidad por bandera? ¿Qué tanto ya se me hizo costumbre este discurso y qué tanto estoy alcanzando ya un justo desborde?

¿Dónde están los límites claros y precisos? ¿Será que están donde empiezo a cuestionármelos? ¿Vale la pena buscarlos, existen? ¿Cuándo es dejarse fluir y cuándo es diluirse? ¿Qué tanto de esto mío es mera ficción mental y qué tanto es lo más real de la vida real? ¿Qué tanto es drama y qué tanto es comedia esta mierda? ¿Juego con mis polaridades o ellas conmigo? ¿Brinco la línea o ella me aplasta?

Y sobretodo: ¿de qué jodido lado de la delgada línea estoy parada?

A saber.

Deberían sonar alarmas o prenderse focos cuando uno va crúzandola. Recibir aviso de alguna manera... un correo es suficiente, no pido más. Por lo menos, a sabiendas la historia es otra y uno sabrá qué hace o qué deja de hacer. ¿Pero así, así qué? No nos queda más que seguir caminando a ciegas e inflándonos todos la cabeza con las mismas dudas de las mismas malditas líneas. ¡Ah, qué delgadas son!

Post-it mental #2

Con el vino tinto me duele (mucho) la cabeza.
Tengo que entender:
No, ni una copa.
No, ni tomando agua.
No, ni aunque sea buen vino.
No, ni con la cena.

Amélie Poulain








Nuevas cortinas,
una pared recién re-pintada,
adornos cambiados de lugar,
cojines de otro tamaño y color
y un corte -¡cortito!- de cabello.

(Parezco Amelie Poulain.
Tomaré lo del fabuloso destino
como un excelente presagio).

Recuerdo lo de:
"Cambios externos
hablan de cambios internos...
",
Y sí: otra vez, sí. Es cierto.

¿será?

¿De ahí vendrá mi miedo a la rutina? ¿de ver lo que te hizo a ti la tuya? ¿realmente es ella la que me sofoca o lo hace el miedo a comenzar a morir por dentro... como tú? Yo no quiero morir otro poco, a la misma hora y en el mismo lugar todos los días. Yo no.

Floto

Dices: "ya no quiero estar aquí..." y yo, en lugar de preguntarte dónde o porqué, me dejo como siempre atrapar por las palabras y me voy flotando en ellas: "cuánta violencia en esas pocas letras, ¿no? ¿dónde estará la tanta fuerza de esa sola frase? ¿en el ya? ¿en el no? ¿en el quiero? ¿en el estar? ¿o en el aquí? Ya-no-quiero-estar-aquí".

Y rematas con: "me siento desfelizada".

No infeliz, ¡desfelizada!

La palabra es perfecta.

Todavía más material qué descuartizar.

Qué placer... sigo flotando.

quince de abril

Lo sé, hoy es dieciséis pero ayer fue quince.

Un gran día el quince de abril.

Ayer se cumplió un año de haber estado al aire por primera vez.
Y de saber intransigentemente a dónde cambiar el rumbo.
Ayer se hubiera cumplido un año de estar al aire... y no.
No sentí nostalgia ante el recuerdo.
Extrañamente, me sentí un poco ajena a él.
Como si otra yo o en otra vida hubiera vivido todo eso.
Ayer también se cumplieron 6 meses de mi afortunado cambio de labores.
Ayer compré un boleto de avión redondo Guadalajara - Cancún
sin pensármela dos veces ni detenerme al cálculo
con la emoción de celebrar mis 28 en El Caribe.
Ayer le dije otra vez a mi mamá qué tan orgullosa estoy de ella.

Buenos días los quinces de abril. Buenos días.

Regla de tránsito

Siempre me he sentido muy atraída por los símbolos. En palabras elegantes, por la semiótica en general. Lo que entendemos sin saber cómo y porque sí. Y sin poder olvidar ni matar ni evadir jamás. Lo que "resumimos" y nos resume. Los símbolos son y viven entre nosotros. Punto. ¿Quién olvida lo que significa una luz verde? ¿Quién no entiende una flecha hacia la izquierda? Nadie que lo haya sabido alguna vez. Nunca.

Hace muchos viernes por la noche robé un letrero de no estacionarse. Sí, lo robé del árbol donde vivía solo fuera de una casa grande y decidí que estaría mejor en mi departamento pequeño y conmigo. Lo clavé en una pared cerca del baño, tan contenta y orgullosa. Una bonita decoración... ¡y muy barata!

Pasaron meses, le tomé cariño.

Hace unos días, pensé en pintar esa pared donde estaba colgado y lo hice. El símbolo tuvo que ser trasladado a otro rincón de nuestro hogar. Hoy lo clavé en la pared naranja, la de la escalera con las plantitas. Justo de frente del lugar donde me siento a escribir. Lo vi y pensé: "no estacionarse: regla de tránsito... y ley de vida".

Es así de sencillo: los símbolos son claros y están vivos.

Se busca autor

Hoy otra vez, el insomnio me encontró, capturó y atenazó. El depredador me veía desde la distancia con sus pupilas dilatadas. Pasaron tres horas y comenzó a acercarse, salivando. Cruel, abrió el hocico y justo cuando iba a morderme sin piedad, corrí por mi vida. Decidí aventar las sábanas de lado, levantarme y lavarme la cara con agua fría. Resignada y con mi dignidad en calzones. Ya qué mas da. Ideas fatalistas estuvieron a punto de comerme viva... la ropa interior es lo de menos.

En un acto reflejo, me dispuse a escribir. Me serví un vaso con agua y me senté a la mesa. Tras vacilar unos instantes acerca de un personaje llamado Paz (que, por cierto, estaba en coma)... supe que no quería escribir: mis dedos se rehusaban. Eran mis ojos los que hubieran preferido estar leyendo.

¡Tan intelectual que me hace sentir la sociología a media noche! tan efectiva que es, a veces, para dormir. Pero esta vez no funcionó y también lo intenté, lo prometo. No necesitaba un libro, no una revista, no la televisión. Basta ya de cavilaciones etéreas, ajenas, vagas y deformes. Basta de expertos, personajes ilustres y perfectos, actores hermosos y grandes escritores.

Quería leer algo humano, de alguien igual de lleno e igual de vacío que yo. Algo sin más bibliografía que la piel de gallina de quien lo escribió. Sin más notas al pie de página que sus recuerdos, sus motivos y sus manos temblando. Algo íntimo, de alguien que observa, que piensa, que anhela, que teme y se incomoda. Que esté tan perdido y tan emocionado como yo. De alguien que también se esté hundiendo en un lodo paradójico de entusiasmos y sinsabores. De alguien que se vació en sus letras y que me da permiso de escrutinar su desnudez. Alguien que enfrasca, etiqueta y guarda sueños en su refrigerador, sólo esperando que la fecha de caducidad no llegue demasiado pronto. Alguien que también argumenta (sin mentir) no saber qué lo mantiene despierto. Alguien que se rebela, se convulsiona, se aburre, arrebata y pide por favor, se ahoga en un vaso de agua, llora cuando nadie lo ve y después se ríe de algún chiste estúpido que alguien le contó por la tarde. Alguien que me golpeara con nuestra similitud. Un autor, pido sólo uno.

Me hubiera gustado leer algo que me hiciera sentir que no sólo a mí me da insomnio un buen lunes, que no sólo yo escribo cuando no puedo dormir y que no sólo yo me pongo existencial a altas horas de la madrugada.

Algo me dice que voy a leer y releer esto tan propio que, aún a pesar de mis pobres dedos, terminé escribiendo. Aguardar la hora de los bostezos y esperar que el hambriento se vaya en busca de otra presa. Ah, y reevaluar seriamente mi desconfianza hacia las pastillas para dormir. El depredador debería ceder si es sedado.

vs. los vendedores

No me gusta que gente conocida me quiera vender cosas y menos me gusta sentirme obligada a comprarles. Ni pan casero de zarzamora, ni collares traídos desde Colombia ni pulpa de aguacate congelada calidad de exportación (¡!).

Admiro a la gente que tiene el don de venta pero no estoy de acuerdo con invadir así al cliente potencial. Si yo quiero comprar algo, se los haré saber y compraré pero es mejor que no insistan: me he vuelto terriblemente buena para decir "no, muchas gracias" y éso, a nadie le gusta escucharlo, menos a un vendedor.

Es una tontería pero me hace sentir violentada. Es mejor para todos: no pierdan el tiempo conmigo y encuentren gente que no pueda decir que no.

Post-it mental

Usar pintura negra en aerosol adentro del depa: not such a good idea.

Quisiera

... ganar un maratón, conocer la India y aprender a coser. Tener tiempo ilimitado para mis drogas favoritas: la música y las letras. Que nunca más me duela la cabeza ni el estómago y cortarme el cabello otra vez sin tener que esperar tanto para que sea largo de nuevo. Saber muchísimo de historia universal, recordar el italiano y nunca haber dejado el ballet. Tomar café por las noches sin miedo a los fantasmas del insomnio. Ganarme la lotería e irme de viaje unos años por todo el bendito mundo. Surfear todas las mañanas y ponerme muy fuerte. Tocar el piano y jugar tenis. Teletransportarme para verte cada vez que te extraño y abrazarte cada vez que me extrañas tú. Deshacerme de toda mi ropa y comprarla nueva otra vez. Dejar de ver el reloj y tener la piel y las uñas siempre perfectas. Fumar y dormir sin la culpa de desperdiciar vida en ambos casos. Saber dibujar y cantar. Comer tanto sushi y chocolate como pueda y quiera. Que mi sueldo fuera por lo menos del triple, no tener que usar anticonceptivos ni tener que pagar renta. Hacer la maestría en Argentina sin dejar México. Tener una cama nueva, nunca sudar y tener un velero. No ser tan territorial y darle "editar" a mi memoria.

Y que por lo menos la mitad de mi lista no fueran deseos solamente reales, sino posibles.

Un mundo nos vigila

¿Cómo que tienen todos mis datos? ¿Cómo que me hablan a mi extensión directa en la oficina un buen lunes por la mañana sin decir ni "agua va"? ¿Cómo que saben mi nombre completo, dónde vivo (¡y dónde trabajo evidentemente!)? ¿Cómo que tienen mi celular? ¿Cómo que tienen la referencia de mi tarjeta con terminación 9293? ¿Cómo que tengo autorizada una línea de crédito (que no pedí) disponible a partir de ya? ¿Cóoomo? No me gusta esto.

Una vez más: somos tan vulnerables, ser "invadidos" es cada vez más fácil y ser así de "privada" cada día vale menos. Qué miedo.

When and where?

I think it's time for us to meet.
It'll be nice to finally get to know you.
Look at your face and listen to your voice.
I've been looking forward.
I hope you have too.

It feels like I'm ready.
I guess I am.

So... when and where?
It's your call.
I'll be there.

the camel










I really, really need to get off this camel.
It's taking me nowhere.

Yes, I have to quit...
again.

¡Mira!










Los marzos y abriles te recuerdo todavía más.
Es inevitable. Ellas se encargan.

Cada año, te robarían una sonrisa...
pero me la roban a mí
y yo sonrío por las dos.

Del latín furicare

Me descubro imaginando dónde estaríamos.

Hurgo en los pantanos del hubiera.

¿Cómo sería hoy nuestra colección de fotografías? ¿Seríamos felices o nos hubiéramos terminado por separar anyway? ¿O las dos cosas? La intriga y la curiosidad me ganan la batalla algunos días.

Fuimos intensos y breves; como un incendio. Recorrimos un tramo minado de ironías tramposas (propias y ajenas). Ahora entiendo que fuiste muy veloz, corriste mucho en muy poco tiempo y yo no quise tener que alcanzarte. Volaste al futuro y a mí el presente no me terminaba de colmar. Abandonar la carrera fue la respuesta y ese juego no es de uno: nos tuvimos que ir los dos.

Te casaste en mi cumpleaños.

¡¿Quién se casa en viernes?!

Tú.

("guapa, guapa... que no, que no, que no... ¡que te lo digo yo!")
¿te acordarás?

Y con todo así, hoy no cambiaría nada.

Razones de sobra

Escribo porque es mi manera de llorar. Escribo porque así me río muchísimo de mí misma... ¡y me divierto tanto! Escribo porque a veces puedo componer el mundo y cuando no, por lo menos me lo hago menos denso. Escribo para sacar, para limpiar, para ordenar. Escribo porque me descubro, me conozco, esclarezco misterios de mi universo y llego al fondo de lugares impensables, a veces medio tenebrosos, a veces medio hermosos. Escribo para decir cosas que no puedo o no quiero decir con voz. Hablo con personas con las que no podría hablar de otra manera. Resuelvo, cierro, hago confesiones, agradecimientos y peticiones; lo que quiera. A veces es inoportuno, a veces es irreflexivo. A veces muy fuerte, a veces vital. Me atrevo a decir que hasta un poco sagrado. Y cansado. He llegado a correr para que no se escape la idea y capturarla antes de que siga volando y me pase. He llegado a cocinar en mi mente una sola frase por semanas hasta poder por fin soltarla. Escribo para no olvidar lo que no quiero olvidar y para reencontrarme en el tiempo. Es terapia, catarsis, válvula de escape maravillosa. Escribo porque disfruto el tiempo que me toma hacerlo, la forzosa introspección que implica y que siempre exista la opción de compartirlo...o no. Cuando escribo, estoy segura que no soy yo la que tiene todo el control y eso me gusta. Escribir es conversar conmigo misma y escuchar con toda paciencia y honestidad qué carajos tengo que decir esta vez (incluso respetar que no quiera o no pueda decir nada). Escribo para adentro, no para afuera. Escribo por necesidad, por costumbre, por instinto, por amor.

Mi incurable perfeccionismo me obliga a decir la única cosa que no me gusta de escribir: es posible, con repeticiones, puntuación, signos y otros recursos gramáticos elevar el "volumen" hasta gritar (y eso está bien)... ¿pero cómo se hace para escribir un susurro?

Desastres con cereza

No sé qué es peor: si creer que nunca vas a fallar o creer que todo el tiempo estás fallando.

Yo veo desastre en los dos escenarios.

Comieza por relajarte porque seguir actuando como si a alguien le importara si fallas o no, o dónde o cuándo y a qué hora... es el tercer desastre. Es la cereza encima de este humano y ridículo pastel.

Es muy divertido ser persona, ¿apoco no? Es todo menos aburrido.

(Sí, hablo conmigo misma como si fuera alguien más, así no me lo tomo personal, ja.)

Poner pausa

Tengo ganas de verlas y platicar con ustedes, con las cuatro. Estar las cinco juntas otra vez.

Imagino una terraza en un lugar hermoso, aquí o allá, día o noche, frío o calor, me da igual. Con vino tinto, muchos cigarros y todo el tiempo del mundo. Todo lo necesario para no movernos si no queremos. Sin aviones amenazando con irse, sin vacaciones restringidas, ni compromisos o familias esperándonos en ninguna ciudad. Poner pausa...

Hablar de todo y de nada y otra vez de todo. Poder decir lo que sea, aquello que nadie más podrá saber jamás y aquello que es tan obvio y evidente que hasta sobraba decirlo. Pero decirlo todo porque sí. Escucharlo porque lo dijiste y ya. Quiero platicar, platicar y platicar... como cuando teníamos 14 y 17 y 21 y 26 y como hace un par de meses.

Platicar hasta sentir que fue suficiente (no hasta que lo sea porque nunca lo será)... como antes. E irnos todas al mismo tiempo para no dosificarnos las ausencias.

Ya entendí que jamás me curaré de extrañarlas. Al contrario, esto va recrudeciendo: pasan los años y cada vez me hacen más falta. Sobra decir que las quiero con toda el alma.

Qué bien

se siente elegir de entre dos grandes amores, el más grande. Y no de entre dos grandes miedos, el más pequeño.

Es comerme la fruta más rica, no la menos podrida. ¡Qué bien!


Es que

hoy reconozco que hay muchas cosas que simplemente no pueden ser posibles sin ti.

Autorización por escrito

"Hermana mía: si un día me convierto en una señora... nefasta, egocéntrica y aburrida, que sólo hable de lo maravilloso y perfecto que es su esposo y de lo superdotados, bien portados y hermosos que son sus hijos y me convierto en un ser permanentemente incapaz de sostener una plática fuera de estos dos temas y paso 23 minutos hablando contigo sin molestarme por preguntarte cómo estas; en ese preciso instante te autorizo a que me revientes la cara a golpes, no dejes ni un solo diente en su lugar y me recuerdes que el día de hoy yo te lo pedí expresamente y por escrito. De antemano, gracias."

Espacio vital

¿Has oído hablar de él?
¡Hazte pa'llá!

Características de la especie

Todavía no conozco a un sólo ser humano, a uno solo, que no esté lastimado de alguna manera. Me parece increíble lo frágiles que somos ante las heridas (de todo tipo) pero me parece más fascinante aún que estemos tan impecablemente diseñados para sobrevivir. Porque todos a los que me refiero, andan vivos por ahí.

Y no sólo vivos: todavía saben sonreír.

Física básica

Pienso en mi hermana, pienso en mi abuela y pienso en mí y digo: "No cabe duda que el tamaño del golpe es del tamaño de la resistencia que oponemos. Del mismo tamaño de la lección que tenemos que aprender. Del mismo tamaño del miedo. Si es lo que necesitamos para entender y movernos, ni hablar; con menos fuerza no se derrumba nada, con menos dolor no se regenera nadie". No es fácil pero es física básica.

sábado-en-la-tarde

El sábado en la tarde huí de casa tratando de escapar de mis pensamientos. Tantas horas de soledad y aburrimiento terminan por confrontar a cualquiera. Llegué a un parque enorme abarrotado de los personajes de un cuento preciosista que jamás escribiré. Columpios, papalotes, pelotas, bicicletas. Mantas en el pasto. Familias completas. El día hermoso. Todo estaba ahí. Hasta el olor a carbón me hizo voltear y encontrar con mi nariz los restos sobre un asador de lo que un par de horas antes debió ser un festín. Pensé: "malditas vacaciones, váyanse a casa todos. Vean tele, duerman, limpien, critiquen a la vecina; déjenme el parque, yo sí necesito escapar". En fin. Pese a mi hostilidad mental, nadie se inmutó. Contra toda posibilidad, encontré un rincón más o menos solitario debajo de una sólida y fresca sombra. Supe que era mi lugar. Exploré buscando hormigas y me complació no encontrarlas, me senté. Me traté de recargar en el árbol pero su tronco le hizo saber a mi espalda que no era bienvenida. Y me quedé ahí. Escuchaba el bullicio, los juegos, los gritos; y si ponía un poco más de atención y aislaba el sábado-en-la-tarde de esta gente, podía percibir algunos pájaros quién sabe dónde en las alturas. Observé a muchas personas desde mi cómoda distancia. Imaginé sus historias, su cotidianidad y sus cicatrices. Hasta bauticé imaginariamente a sus mascotas. El aire estaba delicioso. Abrí un libro que sólo quería convencerme de que el amor eterno sí existe. El libro tiene un buen título, eso sí es cierto. De pronto, lo supe, mis pensamientos me alcanzaron. No sé cómo me encontraron pero fue inevitable, tuve que dejar de leer. Ni siquiera peleé, me supe descubierta y me resigné. Bajé el libro y decidí escuchar música. Escogí una canción que jamás me había hecho llorar y cuando menos pensé, ya estaba limpiando con mis manos mis rojísimos cachetes y refugiando a los culpables detrás de mis lentes de sol. Por un momento, se desenfocó mi visión a causa del exceso de agua. Decidí que, aunque no estaba en lo absoluto en mis planes, iba a llorar hasta que fuera necesario. Estaba atardeciendo cuando paré. Ni siquiera tuve que hacer grandes esfuerzos, las lágrimas corrían solas. Dejé la música por la paz y saqué de mi bolsa una pluma y una hoja en blanco para escribir lo siguiente:

"Me siento como una guerrera en plena batalla: alerta, asustada, llena de vital adrenalina, enojada, alterada, excitada, provocada, inquieta, confundida, con un grito de guerra en la garganta, desconfiada, sucia, exhausta... Y no me queda claro nada. ¿Qué estoy peleando? ¿por qué, para qué, para quién? ¿vale la pena? ¿qué se gana o se pierde... qué es lo que está en juego? ¿y contra quién? sobretodo eso: contra quién."

Guardé la hoja y la pluma, fumé, tuve un poco de frío y me quedé un rato más... ahí.

El sábado en la tarde huí de casa tratando de escapar de mis pensamientos. Evidentemente fracasé y regresé. Abrí la puerta de mi casa y entramos.

Tres cosas y dos silencios

El viernes en la noche terminé de leer una gran novela. Mientras saboreaba el excelente final, reacomodé mis almohadas y apagué la luz. No tardé más de un par de minutos en rendirme ante un profundo sueño sin sueños.

Con los ojos cerrados, todavía pensaba en Toru Watanabe (el joven japonés, personaje del libro) cuando me asaltaron tres pensamientos. Se sucedieron uno a otro en cuestión de segundos. Uno, dos, tres.

Uno: No he encontrado y, vaya que he buscado, un mejor lugar para leer en este mundo que mi cama.

Dos: Ya no me gusta este acto mecánico de hablar con "alguien" que es "algo" o viceversa, como sea... antes de dormir. Antes de dormir ya no quiero pedir cosas, ni dar gracias por cosas, ni dejar cosas en las manos de nadie (o nada) ni ponerme el maquillaje optimista en los últimos instantes de cada uno de mis días. Ya no quiero rezar. Ya no quiero hablar sola o pensar sola ni nada. Sólo quiero estar donde se supone que tengo que estar, con quien tengo que estar, haciendo las cosas que vine a hacer. No sé cuáles sean esos lugares ni esas personas ni esas cosas pero cuando se logra, creo que se sabe y se siente porque...

(Silencio)

Tres: ¿Entonces dónde he estado? ¿dónde estoy?

(Silencio)

Y me dormí.

Una firme creencia

Hoy creo firmemente que las personas estúpidas y superficiales son mucho más felices que yo.

Y no me parece tan malo ser un poco infeliz, pensándolo bien. Me parece todavía peor ser así.

Lo siento, he dicho.

Burbuja surreal

Tuve tanto trabajo que perdí las nociones del tiempo y del espacio.
(Y de las cosas y de la gente y de los procesos...)
Después, ese par de días de vacaciones y la ciudad desierta.
Desprogramé mi despertador con una sonrisa malvada y lo disfruté tanto (¡tanto!).
No sé descansar, me aburrí, lo confieso. Pero me sirvió.
Y encima, el horario de verano comenzó justo ayer.
Pagamos la deuda de la hora que nos prestaron en invierno.

El reglamentario insomnio de los domingos se recrudeció y hoy me despertó un hambre dolorosa y despiadada mucho antes de lo planeado. Desayuné en casa antes de irme a trabajar. ¡Se sintió tan extraño! Jamás lo hago. Llegué temprano a trabajar y también se sintió extraño porque otra vez: nunca lo hago. La mañana se fue volando, comí casi a mi hora de salida y cené tres horas después. No podía del sueño a las cinco de la tarde y casi no tomé agua en todo el día. No podía parar de bostezar hace media hora y ahora el sueño se fue.

Hoy todo volvió a la normalidad pero nada es normal. Sigo metida en mi burbuja surreal de tiempos y espacios bizarros y míos. No sé ni dónde estoy pero me sigue divirtiendo hacer lo que me da mi regalada gana y hacerme caso sólo a mí.

Relativo

Tres semanas se convulsionaron en mí. Como dos ríos que se unen en un mismo, más grande y poderoso caudal: envejecí y rejuvenecí a la vez. El tiempo pasó hacia atrás y hacia adelante. Hacia enfrente y en reversa y las palabras "al mismo tiempo" cobraron un nuevo sentido, un juego más divertido. Y me encantó.

Se regeneró mi entusiasmo, dejé guardada la rutina a la misma hora y en el mismo lugar, me quemé la frente y los brazos y obtuve una nueva colección de pecas en la nariz. No sé si alguna vez en mi vida vi tantos amaneceres seguidos en lugares tan distintos. Tengo las manos resecas y, entre los dedos, la sorpresa de saber que hay mucho menos miedo del que creí que iba a encontrar. Unas ojeras bien merecidas y fui testigo de las conversaciones entre los recuerdos y los planes. Se me clavó como una estaca en la tierra, una certeza indescriptible. No importaba si era viernes en la noche o jueves en la sierra o miércoles de madrugada en la playa. Tuve ataques de risa hasta dolerme el estómago... ataques que dan cuando no se puede aguantar la risa y cuando no se puede aguantar el cansancio, de tonterías y de falta crónica de horas sueño. Me deshidraté, temblé y, aunque trabajé más del doble de lo normal, no estaba tan cansada como de costumbre, al contrario, me sentía alimentada. Me llené los pulmones, la garganta y los ojos. Fueron tres semanas que se sintieron como cinco minutos y como cuatro años. Me sentí un poco ajena a ese lugar que está tan acostumbrado a mí y me pareció hasta gracioso extrañarlo un poco. Hubiera querido tomar más café pero tomé unas fotografías mentales que las probabilidades indican que no se repetirán jamás. Estoy cansada y contenta. Estoy segura. Lo que podría parecer un descanso en el camino, para mí es un cambio de rumbo. Lo que podría parecer un respiro, para mí es el inicio de una despedida perfecta y hermosa. Un gran regalo.

Qué relativo: tres semanas se convulsionaron en mí y yo no sabía ni qué día estaba siendo. Todavía no lo sé. Hoy podría ser martes, ¿y quién dice que no lo es?

Parece

Mi hermana cumplió 25 años. No lo puedo creer todavía. ¡Ya es grande, grandísima! Y además, hoy me cayó abril y ya es día 5. Me di cuenta que marzo trató de despedirse pero estuve tan ocupada que no lo escuché y se terminó yendo en silencio y cabizbajo. ¿A dónde se está yendo tanto tiempo y por qué tan rápido? ¿qué prisa tiene que pasa corriendo despavorido como si no hubiera mañana? ¿No estarán huyendo las horas a un lugar más tranquilo... más seguro... más lindo? Parece que huyeran. Yo sólo digo y me pregunto.

Sunday night

Ayer vi una película en la que un personaje muy extraño dijo que un poema es una persona desnuda. Estuve de acuerdo, muy de acuerdo. También sentí deseos de disfrazarme, de que estuviera lloviendo a cántaros, de tener una motoneta, un caballo, una vieja máquina de escribir y una casa llena de luz a la orilla de la playa. Quise que los seres humanos pudiéramos activar y desactivar a placer una función en nuestros ojos que nos permitiera ver en blanco y negro, y así, cuando a la vida le falte color, por lo menos se vería "artístico", más interesante y auténticamente nostálgico. ¿Qué será del blanco-y-negro que todo lo hace ver tan especial? ¿será que me atrae verme obligada a poner el color? ¿será que su elegancia radica en la opción siempre abierta? Ah, esas películas "experimentales".... No le entendí nada, por cierto.

Del verbo diluir

Las cosas siguieron su curso natural y,
como era de esperarse,
se diluyeron.

Se fueron la sorpresa, la expectativa y la necesidad.
La emoción, las ganas.
La urgencia dejó de urgir.

Nada había ganado y nada perdí;
no hay vacío ni tristeza.
Sólo se diluyó otra ilusión...
pero ilusión al fin.