Se busca autor

Hoy otra vez, el insomnio me encontró, capturó y atenazó. El depredador me veía desde la distancia con sus pupilas dilatadas. Pasaron tres horas y comenzó a acercarse, salivando. Cruel, abrió el hocico y justo cuando iba a morderme sin piedad, corrí por mi vida. Decidí aventar las sábanas de lado, levantarme y lavarme la cara con agua fría. Resignada y con mi dignidad en calzones. Ya qué mas da. Ideas fatalistas estuvieron a punto de comerme viva... la ropa interior es lo de menos.

En un acto reflejo, me dispuse a escribir. Me serví un vaso con agua y me senté a la mesa. Tras vacilar unos instantes acerca de un personaje llamado Paz (que, por cierto, estaba en coma)... supe que no quería escribir: mis dedos se rehusaban. Eran mis ojos los que hubieran preferido estar leyendo.

¡Tan intelectual que me hace sentir la sociología a media noche! tan efectiva que es, a veces, para dormir. Pero esta vez no funcionó y también lo intenté, lo prometo. No necesitaba un libro, no una revista, no la televisión. Basta ya de cavilaciones etéreas, ajenas, vagas y deformes. Basta de expertos, personajes ilustres y perfectos, actores hermosos y grandes escritores.

Quería leer algo humano, de alguien igual de lleno e igual de vacío que yo. Algo sin más bibliografía que la piel de gallina de quien lo escribió. Sin más notas al pie de página que sus recuerdos, sus motivos y sus manos temblando. Algo íntimo, de alguien que observa, que piensa, que anhela, que teme y se incomoda. Que esté tan perdido y tan emocionado como yo. De alguien que también se esté hundiendo en un lodo paradójico de entusiasmos y sinsabores. De alguien que se vació en sus letras y que me da permiso de escrutinar su desnudez. Alguien que enfrasca, etiqueta y guarda sueños en su refrigerador, sólo esperando que la fecha de caducidad no llegue demasiado pronto. Alguien que también argumenta (sin mentir) no saber qué lo mantiene despierto. Alguien que se rebela, se convulsiona, se aburre, arrebata y pide por favor, se ahoga en un vaso de agua, llora cuando nadie lo ve y después se ríe de algún chiste estúpido que alguien le contó por la tarde. Alguien que me golpeara con nuestra similitud. Un autor, pido sólo uno.

Me hubiera gustado leer algo que me hiciera sentir que no sólo a mí me da insomnio un buen lunes, que no sólo yo escribo cuando no puedo dormir y que no sólo yo me pongo existencial a altas horas de la madrugada.

Algo me dice que voy a leer y releer esto tan propio que, aún a pesar de mis pobres dedos, terminé escribiendo. Aguardar la hora de los bostezos y esperar que el hambriento se vaya en busca de otra presa. Ah, y reevaluar seriamente mi desconfianza hacia las pastillas para dormir. El depredador debería ceder si es sedado.

2 comentarios:

Haytace dijo...

Excelente!!! te cuento algo? a mi me agarró el domingo por la noche...Terrible...
Otra cosa, tratá de seguir desconfiando de esas pastillas, hay formas más naturales :)

letraaletrahaydetodo dijo...

yo bendigo al depredador...

Por su culpa acabo de leer algo tan excitante.

No me culpes, tengo imaginación.

Dulce insomnio, mendigo amanecer.