¿Fusión?


Me encanta esta foto.
Sólo desde este punto de vista parece una fusión. 
Pero no lo es.
O sí.
Quién sabe.

Y ya.
Me encanta.

Amanecer al revés

Hoy aquí amanecimos al revés.

A medio día. Con frío. Oliendo a ti. Las sábanas casi intactas. Con una nota debajo de la almohada y el aire preguntando porqué no lo respiras. Las ventanas voltearon hacia otro lado, las cuerdas de la guitarra no quisieron vibrar y el fuego de la estufa decidió no quemar. El agua no moja, las fotografías recargadas contra la pared. La música escuchándome a mí, la cama echada a dormir, la mesa parada de cabeza y los libros leyéndome.

Me sobra la falta que me haces.
Tanto.

Apología de una boca

Le escribí el título a esto y me sentí insuficiente.
Inmediatamente incompetente.
Estúpida.
Prescindible.
Ridícula.
Pequeña.

Para hablar de ti.
De tu boca.
De... tanto.
De tú.
De yo.

De tu boca.
De tu boca.
De tu boca.

Ésa que me preguntó la hora para después besar urgentemente la mía.
Ésa que se mordió los labios porque sus ojos todavía no veían los otros.
Ésa que bebió mezcal y pronunció las direcciones exactamente opuestas hasta perdernos todos.
Ésa a la que le urgían las ganas y buscaba, sin lograrlo, recuperar el tiempo perdido.
Ésa que pregunta y responde.
Ésa en la que me perdí tantas veces y tantos tiempos.
Ésa en la que hablé y sonreí.
Ésa en la que amanecí.
Ésa a la que alimenté.
Ésa que mordí desesperada.
Ésa en la que me fundí.
Ésa en la que me perdí y me encontré perdida y encontrada.
Ésa que intenté delimitar con mis dedos acariciándole -con toda mi delicadeza- los bordes.
Ésa que me hizo aterrizar en mundos llenos de escalofríos, temblores, carcajadas y charcos de amor.
Ésa que intento -fracasadamente- memorizar.
Ésa en la que caben todas las palabras, los silencios, las sonrisas, las urgencias.
Ésa en la que vale la pena cualquier desvelo y cualquier sol.
Ésa que tanto se ha tragado.
Ésa que ya no quiere tragar más.
Ésa que ha paseado por mi cuerpo a las cinco de la tarde y a las tres de la mañana.
Ésa que fuma, bebe, besa, ríe, vomita, calla, provoca, enreda y desata.
          Abraza. Abarca. Atiende. Aturde. Acaricia. Ama.
          Aquí. Conmigo.
Ésa.
Ésa que eres tú: la bendita boca ésa.

Tanta voz.
Tanta saliva.
Tantas canciones.
Tanto dicho y no dicho.
Tanto tú.
Tanto todo.

Que te duelen las encías.
Que masticas la prisa.
Que dices "nada" cuando te pregunto qué estás pensando.
Que hace sonidos cuando despiertas, cuando sueñas, cuando...

Que tienes hambre.
Que tienes algo que decir.
Que gritas.
Que aprietas.

Mi recorte de realidad favorito.
No faltaba ni decirlo.
Ya.
Lo has sabido.
Yo también.

Pero no me pertenece.
Aunque un poco sí.
Un poco sí.
por favor...
          un poco sí.
Un poco sí me pertenece esa boca.
¿Verdad?

Una mujer -sola-

Ha llegado el momento de quedarme sola. En el más absoluto silencio... o bueno, lo que se pueda lograr a fines de semana y de diciembre en medio de este barrio bullicioso, vivo y desordenado, que si bien no es silencio absoluto, me llena los oídos y me vacía los rincones. 

A lo lejos, alguien pasa a toda velocidad en una motocicleta rechinando sus llantas dejando firmas perennes sobre nuestra calle; alguien más, ríe a carcajadas y grita celebrando dios sabe qué; un perro ladra solo y desquiciado; suena la alarma de un automóvil una y otra vez; y otro alguien, rebota un balón sobre un muro de ladrillos despellejados y rojos... como quedaba mi piel cuando iba y me tendía tan solo unos minutos bajo el sol de alguna playa por ahí.

A lo cerca, una mujer -sola- sentada en una silla frente a una mesa, intenta ignorar los ruiditos insistentes de su teléfono y las mágicas pelusas que se multiplican como conejos en su piso; que bebe sorbo a sorbo un vino que compró para la ocasión; que le pide a su piel que se lo diga más quedito cuando murmura que extraña y que posterga una llamada que, bien sabe, le girará la vida. Una vez más. ¿Cómo hace el mundo para vivir dando vueltas sin detenerse a vomitar de mareo? A veces se antoja... 

Y lo hice. Lo logré. Soy ésa que decidió estacionarse en el acotamiento de la vida, prender las luces intermitentes y saludar con la mano y con la sonrisa a todo el que pasara a toda velocidad rebasándola por la izquierda. A mí la prisa siempre me sobró... hasta que ya no. Tuve para dar y repartir. Entonces, me quité los zapatos, subí los pies al tablero de mi auto y me dediqué a observar mis calcetines y a descifrar el azul del cielo. ¿Que si pasa una nube? Que pase. ¿Que si empieza a llover? Que llueva. ¿Que si se hace de noche? Bienvenida es.

Que me atraviese la vida. Que me vuelva una red trasparente y hermosa flotando en un mar lleno de vida por la que fluya todo sin resistirme a nada. Y lo digo llenándome el cuerpo de lo que no vengo a decir aquí. Pero juro que es verdad, conste que lo he hecho. Sin entender casi nada he llegado hasta acá. Y estoy conmigo.

Los cuerdos mandan en esta tierra y yo no quería poder.

Robo de sueños

A mí ya me parece todo tan extraño.
Una persona que, lejos de compartir sueños, decide vivirlos como propios.
Y decir "siempre había soñado con..."
¿Sí?
Qué sospechoso porque yo también.
Y recuerdo contártelos.
Qué específicas y escalofriantes coincidencias.
¿No te parece?

¿O a dónde se denuncia un gravísimo robo de sueños?
¿A dónde puedo hablar?