Más que...

Quiero ver una película; pero más que ver una película, quiero ir al cine; pero más que ir al cine, quiero tener con quién ir hoy al cine; pero más que tener con quién ir al cine, quiero ir al cine contigo; pero más que ir al cine contigo, quiero compartir contigo... mucho más que unas palomitas y una película en el cine.

Post-it mental #3

Tallón-de-ojo con mano-con-chile, ouch!

Yo confieso

Que quiero saber a qué sabe el vino en tu boca.
(Entre otras cosas.)

Y ya

A ti se te juntaron las rupturas y a mí, las esperas. Lo único que podemos hacernos ahora, es compañía.

Ninguno

Ningún otro día de la semana es tanto un espejo como lo es el domingo. Lo refleja todo, absolutamente todo.

Ahí me cuentan

No soy yo quien debería contar mi historia, suficiente tengo con estar decidiendo contarla. Por eso, voy a intentar partime, delimitarme, desentrañarme: para inventarte, para inventarlos a todos ustedes, personajes de mí. Serán los que tengan que ser porque, de alguna manera, ya son. Hombres, mujeres y niños de todas las edades y bagajes, como yo. Y se relacionarán, si se puede. Se pelearán, porque lo hacen. Se abrazarán y se escupirán como lo han hecho hasta hoy. Nazcan y mátense bajo el color de un poco de maquillaje... porque hasta el autorretrato más fidedigno tuvo que ser cuidadosamente encuadrado.

Mi vida no puede ser contada por mí, me queda claro. Yo ya la he venido viviendo esta vez y para mí, es más que suficiente. Yo ya no vuelvo a vivir nada, vívanla ustedes. Y entonces, desde la más pura literalidad: "ahí me cuentan".

Les daré un nombre si ustedes me regalan un espejo. Les pondré un rostro si ustedes me hacen una mueca. Me comprometo a darles la vida si ustedes me dan su voz. Ese será el pacto, la aventura de todos nosotros, personajes al fin.

Rara también

No estoy triste pero lloro. Estoy cansada y no duermo. Tomo café, no quiero comer. Callada y teniendo todo qué decir. Mareada pero sin sostenerme, como si quisiera seguir cayendo sin caer ni hacerme daño. Explorando el límite sin moverme. Me dolió la cabeza, no el alma. Las pastillas no alivian, el agua sí. La televisión apagada me ve a mí y la música escucha mi silencio. Los libros me están leyendo y la cama sueña conmigo. Escribo pero no me desahogo. Ni se termina de sofocar ni sopla el viento. La batería no se carga, el cable no trasmite y la conexión se rompe. Casi no y casi sí. Tranquila pero conflictuada. Estoy conmigo y sin mí. Presente pero no aquí. Perdida en un lugar que ya conozco. La soledad no angustia. La compañía no alcanza. No importa qué hora es, lo que importa es que es domingo. Me siento libre y atrapada. No quiero hacer nada pero no me alcanza el tiempo para todo lo que quiero hacer. Ni aquí ni allá. ¿A dónde me habré ido o dónde me habré quedado? ¿Dónde estaré ahora? Partida, agrietada, mojada, ajena, fértil, completa, desperdiciada, flotando y anclada. Desfasada, me estrello en una contradicción. Yo no sé qué pasa.

Algo tomó posesión de este espacio y yo, como un campo de batalla: sereno, enorme, abierto y testigo expectante de esta lucha sangrienta entre dos (o más) grandes. Al borde. Todo raro y yo, parte del todo: rara también.

Aprender es recordar

Que las ciudades han girado alrededor de las iglesias durante siglos. Qué cosa es una tlayuda, una memela, un molote y un agua de chilacayote. Que la magia se respira y no vuelvo a ser la misma. Que es mejor viajar ligera y que lo mío, lo cargo yo. Que entre los cerros, ni quien me alcance. Que extrañaba tanto que me despeinaras (más) cuando recién despierto. Que no todas las lágrimas se entienden pero que todas se respetan. Que las carcajadas inundan el aire para que las palabras no tengan que caber. Que con los años, se cambian los papeles. Que tenemos tus ojos pero es nuestra mirada. Que cuando preguntas "¿a qué hora?", la sabia respuesta puede tomarte por sorpresa. Que la prisa no es del tiempo. Que hay mole y corazones de todos sabores. Que la paz hace cosquillas. Que el verde es muchos verdes y las nubes nunca sobran. Que vale la pena subir... y también bajar. Que es tan importante verlo todo de lejos como ver sólo una cosa de cerca. Que los indígenas sabían. Que nadie inventó los colores, siempre estuvieron ahí. Que los rincones tienen más vida cuando ellos me ven que cuando yo los veo. Que sí se puede escuchar a un árbol. Que la tierra me está sosteniendo. Que hay que mirar hacia arriba más seguido. Que amo los mercados, la comida recién hecha y hablar con extraños. Que beber atole blanco es beber tortillas de maíz. Que también se marcha para compartir alegría. Que hay cosas que no tienen precio, por eso, no se venden... y regalar es una fiesta. Que, entre tú y yo, una sonrisa es el puente más inmediato. Que toda la canela del mundo cabe en una taza de café. Que las siestas de lunes por la tarde son maravillosas. Que la lluvia no moja tanto. Que no se puede compartir un sombrero que se tiene puesto. Que la sal de gusano sí es de gusano y que el mezcal no está tan mal. Que sólo si se mira hacia allá, construir pirámides tiene toda la lógica del mundo. Que en un pedazo de madera, ya vive un conejo. Que existe un hombre llamado Jacobo que pinta sueños y refleja llantos. Que soy águila. Que las azucenas y los frijoles son de otro color. Que muy poco fuego te hace frágil y demasiado, también. Que las ventanas cuentan historias y los globos son para todos. Que el limón y la cal lo pintan todo. Que nadie se repite y entre todos, un león. Que los zapotecos no pueden pronunciar la ñ pero que pueden ingeniárselas. Que ningún hilo en un telar es menos importante que el siguiente. Que hay fotos que se toman solas y que cada quien ve lo que ve. Que sí se puede dar paso sin huarache. Que compartir cinco minutos con un niño de cinco años es compartir toda la vida... y que cinco horas no es tanto. Que tengo cuerpo y alma de viajera. Que siento que un día volveré a ser campana. Que no se necesita mucho para tenerlo todo. Que no me quería ir de ti. Gracias, Oaxaca.

No necesariamente...

por tener piernas sabemos caminar,
ni por tener brazos sabemos abrazar,
ni por tener manos sabemos sostener,
ni por tener voz sabemos decir,
ni por tener boca sabemos sonreír,
ni oídos, escuchar,
ni cabeza, pensar,
ni corazón, sentir,
ni lengua, saborear,
ni nariz, respirar.

Yo hoy, sólo quiero aprender
a usar mis ojos
y aprender a mirar.

Algo en común

- I was born in the north of Belguim.
- I was born in the north of Mexico.
- Well, there you go...
- What? Something in common? Ja!
- We surely have in common much more than that.
- You think?
- I know: I wouldn't lie.

Dudas existenciales

¿Dónde quedó mi saco gris? ¿de verdad será orgánica esa albahaca que compré hace dos semanas y sigue intacta en el refrigerador? ¿siguieron existiendo las lombrices después de mi infancia? Y sobretodo, la más grande: ¿a dónde se van los calcetines perdidos? Neta.

Es distinto

Dejé de admirarte,
no de respetarte.

Sí es

Jorge me acompaña en estos días lluviosos, distraídos y confusos y me dice: "la vida es más compleja de lo que parece..." y yo le creo. Sí es, tiene que ser.

Es diaria

Dicen que cada 7 años tengo un cuerpo nuevo.
Que todas las células mueren
y son sustituídas imperceptiblemente,
una a una, por otras nuevas.
No al mismo tiempo, claro está.
Pero siempre y poco a poco.

Esta respuesta que no busqué,
sólo me enfrenta con más preguntas:
¿dónde está guardado todo
y cómo me voy acordando?
¿dónde te estoy guardando a ti...
que sigues tan aquí?

La reencarcanación existe entonces.
Es diaria. Es inevitable. Es total.

Bueno, ¿yo qué voy a saber?
si sólo soy una loca que sale en la mañana
y vuelve otra.

"Balacera"

Palabra que toma un nuevo significado para mí
después de ayer.

Agradezco que una bala perdida no me encontrara.
Ni a Héctor, ni a Arturo, ni a Benjamín.
A alguien sí encontró pero... a nosotros no.

Gracias.
Sólo eso diré.

Abrazarse

Tomarse en serio. Asumir esa parte que está guardada y que es un secreto: un secreto compartido sólo a lo más cercanos, a los más queridos. Algo que ni se piensa y que ni se quiere que se piense. ¿Apoco escribes? "Nah." No mostrar la sensiblidad, la vulnerabilidad, la verdad. Porque no es fácil abrir el pecho pero tampoco se puede escribir sin dejar algo de sí en el camino. Algo de catarsis, algo de necesidad, algo de instinto hay en todo esto... pero guardado debajo del colchón. Una vida y un montón de experiencias contadas con sonidos de tecla y susurros y sólo a unos cuantos.

No todo lo que se escribe es del todo real, algo se inventa, algo se exagera y dramatiza, incluso un personaje llamado "ella" existe. Las palabras a veces se escriben solas y se vale. Pero también se cocinan a fuego lento. Y entonces te hablan para preguntarte si estás bien. Claro que estás bien, estás mejor de lo que estabas antes de escribirlo. Es ponerle voz a tu voz y dejarla salir, como salga.

Dejar de mirarlo como un pasatiempo, como un desfogue... tomárselo en serio. Darle la bienvenida a la idea, al talento si lo hubiera. Abrazarse, ¿por qué es tan difícil? Dejar de reprimir y cambiar de tema mental cuando empiezan a nacer personajes. Dejar de esperar que alguien te enseñe a hacer algo que has hecho por años y seguirlo aprendiendo en gerundio. ¿Que cómo se aprende a patear un balón? Pateándolo. ¿Que cómo se escribe una novela? Escribiéndola. Es así. ¿Y después qué? Después, que alguien la despedace, la enriquezca, la critique. Tal vez alguien se encuentre en ella, tal vez alguien la valore, ¡tal vez alguien la lea! (Quizá alguien lo lea... ja). Después, un día... ¿pero ahora? Ahora a escribir. ¿O qué, no es así? Dejar de pensar que los "adultos" son los que escriben. Dejar de esperar el momento futuro en el que habrá algo valioso qué decir. Dejar de pensar que un día habrá un lugar más y mejor construído que éste y que desde ahí, se escribirá algo más grande que esto, que desde el aquí. Dejar de escribir todo esto en tercera persona.

Abrazar todas mis partes... incluso esa parte que escribe... que escribe tanto y que escribe así. Abrazarme toda y asumirme. Atreverme a escribir para ti, sin más.

Dos en menos de tres

Dos de mis grandes miedos (pero no los únicos) de vivir sola se han materializado en menos de tres minutos el domingo por la tarde.

Uno, dejé mis llaves adentro, cerré la puerta con seguro y me salí. Yo no sé dónde tengo la cabeza estos días... quizá colgada al llavero. Siempre me fijo, siempre... antes de cerrar, si tengo las llaves en la mano. Bueno, esta vez no me fijé. Al estar afuera, me di cuenta que no tenía las llaves y estaba sola afuera sin ganas ni tiempo de hablarle a un cerrajero. Tenía veinte minutos para estar sentada en una sala de cine y eso no es negociable. Tenía que actuar rápido.

Dos, me escabullí por una ventana y entré. Me trepé como araña por una pared (todavía no entiendo bien cómo), abrí la ventana, me estiré hasta límites insospechados, subí y me metí. Por unos segundos, tuve las piernas y el trasero afuera colgando de la ventana y los brazos y la cabeza adentro. Perfectamente doblada por el abdomen. Oh, well... quizá mi verdadera vocación sea otra. Colgada ahí, vi las llaves, colgadas también. Colgadas todas, ellas y yo. Me bajé como pude, tomé las llaves, abrí la puerta y me salí como si nada... un poco temblando por el esfuerzo, eso sí.

En resumen, me puedo quedar afuera sin llaves y es posible escabullirse en mi depa. Si lo pude hacer yo, lo puede hacer alguien más. Pero no cualquiera cuenta en su arsenal de experiencias 2 años de escalar paredes y cerros. Eso me consuela. Ni cualquiera cabe por esa ventana. Eso también me consuela. Yoga me volvió bastante flexible. Eso tampoco cualquiera. En fin. Más cuidado a la próxima, mujercita. (Aún no decido si quiero tener esa ventanita entre abierta por si acaso... uno nunca sabe).

Que soy...

Que soy libre, que soy independiente, que soy fuerte, que logré mucho y muy temprano. Que podría sentarme en mis trofeos y sobarlos hasta pasado mañana. ¿Y qué me gano? Que encuentro la manera de esperar, de determinar decretando, de romper esquemas que no son míos. Que he logrado ser un pilar y no salir corriendo a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera... Que mi claridad, que mi firmeza, que respiro. Que ni en un millón de vidas romperías tantos esquemas, que me admiras, que el ejemplo... que todo bien y a su tiempo y demás.

Me confundes. ¿De dónde sacas todo eso? Me duermo llorando. Con un nudo en la garganta que no he logrado desenredar. Me duermo temblando. Con un frío en las costillas que no he logrado calentar. Me duermo si me duermo y despierto sin querer despertar, tarde y arrastrándome. Esperando.

Tan perdida. ¡Tan perdida! Es porque no me queda más que volver a empezar, empacar e irme. Es porque no me queda más que sacar fuerzas de donde estén y sacar sonrisas de donde las haya. El brillo en mi mirada, es de lágrimas, te lo digo. No es que así sea, es que aquí estoy. No es que sea independiente, es que estoy sola. ¿Sabes? No es que sea un pilar, es que no hay de otra. ¿Duro? Sí, te invito media hora acá.

¿Qué prentendes? ¿Por qué besas así las heridas con tus ojos de amor? ¿Para qué? Me siento más pequeña... más predecible y...

Qué más quisiera que la fragilidad, que dejarme caer y saberme protegida y comprar el todo-está-bien... qué más quisiera.

Esta puta

Esta puta nostalgia que me azota.
Me toma de los hombros, me sacude
y me dice después de una cachetada:
"¡¿quién carajos te crees?!
¡Fuiste aquella también!"

Me golpea y me recuerda
dónde estuve, qué hice,
qué dije, qué sentí... y porqué.

El parque, el calor, la confusión,
la seguridad, la compañía,
el drama, el abrazo, el vaho,
el amor y el desamor;
tu risa y la mía... y la de todos los demás.

Pareciera otra vida...
no ésta, no ésta, no ésta.
Esta puta nostalgia que me azota
y me hace llorar como si fuera a irme hoy,
como si fuera a irme ya,
como si me hubiera ido ahora.

_13_

"Y fue así, sin más, que supo que aunque le faltaran cien mudanzas, de esa ciudad ella jamás terminaría de irse..."

Por las que faltan

Hoy brindé.

Pocas veces brindo por algo. Simplemente bebo y ya. Una, otra, las que sean. Pero cuando es una ocasión realmente especial, cuando el momento lo amerita o cuando se me hincha la gana y me nace decir algo al chocar de las copas, vasos, tarros... suelo simple y llanamente decir: "por las que faltan".

Son palabras gastadas, las he dicho muchas veces (no quiero decir cuántas y además, no lo sé... ¡y las que faltan!) pero rejuvenecen cada vez. No recuerdo cuándo se me ocurrió decir eso por primera vez pero se me pegó y ahora es mío. Toman fuerza y nuevos sentidos al pasar del tiempo. Así brindo yo. Eso digo: "por las que faltan..."

¿Y eso qué? ¿Por las qué que faltan? Casi nunca me detengo a dar una explicación... pero la hay, esta vez la hay.

No son palabras tristes ahogadas en añoranza para revolcarnos en todo lo que tuvimos y ahora nos falta. No, todo lo contrario: no es hacia atrás, es hacia delante. Es por las cervezas que faltan, las coincidencias que faltan, las vivencias, las risas, las etapas, las miradas, las incongrencias, las tonterías, las sobremesas, las madrugadas, las fotografías, las bodas, las navidades, las crudas, las copas... por las que faltan. ¡Porque ojalá falten muchas! Y porque no podemos saber qué será, salud por ir a ciegas, por ser tan vulnerables. Brindar por lo que no sabemos que viene pero viene. Un brindis de alegría, espera y esperanza. De que ojalá esta no sea la última y ojalá volvamos a coindicir tomando otra y volver a pensar... que sigan faltando.

Es eso. Algo muy bueno qué decir al chocar de las copas. Ahora caigo en cuenta. Compartido está y ¡salud, pues... por eso y por todo lo demás también!