Es la verdad

Puedo asegurar sin temor a equivocarme que te he extrañado cada segundo de cada minuto de este día y tantos otros. Y así es como uno reduce un ahora mismo a tan sólo un burdo ejemplo de una simple y nostálgica aseveración... pero es la verdad.

La inmortalidad del cangrejo

Aquí estoy... que en estos días, ya es mucho decir. Frente a la televisión silenciada, con la computadora sobre mis piernas. Pensando en una maestra que hace años no veo y acordándome de que el trapeador está colgado en el tendedero. Recordando lo que se me olvidó comprar en el súpermercado y viendo cuánto ha crecido esa planta en el rincón. ¿Será que la planta piensa lo mismo de mí? Ojalá. Hace rato se escucharon unas sirenas pasando por la calle, tal vez eran policías o alguna ambulancia, ¿qué habrá pasado? Hoy es 20, tengo que pagar la tarjeta de crédito a más tardar este viernes. Qué buen vino argentino y cuánto te extraño. ¿En qué momento decidí dejarlo todo... y qué tanto es ese todo que en algún momento se sintió como si nada? Me muero por comenzar ese libro que tengo en la recámara, si tan sólo pudiera ya terminar la tesis. Quiero y no quiero graduarme. Quinientos pesos en el sofá, el billete doblado a la mitad. ¿Quién habrá hecho el sushi que voy a cenar hoy? ¿Cuándo fue la última vez que bebí cerveza? No lo sé y no lo sé. Me encanta mi cama. Tengo tantas ganas de abrazar a mi madre. Quisiera volver a leer a Borges. Me hubiera gustado conocerte antes. Me hubiera encantado ir a tu boda. Me robé ese salero de un bar y no tengo la más remota vergüenza en decirlo. ¿Cuánto quedará en el tanque de gas? Qué bonitas se ven esas guitarras aquí. Parecemos robots. Mañana tengo junta a las 10. "Porque las cosas cambian", dice la canción. Una canción es un paréntesis o no es nada, como aquél tatuaje maravilloso. ¿Cuándo será el día en que te vuelva a ver? Tanta gente a la que extraño tanto. Ya, pues, buenas noches.

Ocho valiosas lecciones


A continuación, ocho valiosas lecciones que he aprendido durante estos meses haciendo mi tesis de maestría:
  1. Se puede argumentar a favor o en contra de absolutamente todo.
  2. Hay que leer mucho para escribir poquito.
  3. Preguntar es otra forma de decir.
  4. No se puede saber todo.
  5. No existe una sola verdad de las cosas, existen muchas verdades.
  6. Cualquier realidad es compleja, por lo tanto, cualquier realidad nos rebasa.
  7. No sólo hay que saber qué, también hay que saber cómo.
  8. Quiero seguir estudiando aunque me vuelva loca.

No tanto

Que es hora de dormir, de despertar, de comer o cenar. Que el desayuno es la comida más importante del día y que el tabaco mata más personas que la guerra. Que hay que bañarse, que hay que vestirse y peinarse. Maquillarse y ponerse desodorante, crema y perfume... algo para las ojeras. Que las frutas, las verduras, que las vitaminas y el calcio. Que un cepillo de dientes y unas pinzas para sacar las cejas. Un cortauñas y papel de baño. Algo -además de unas tijeras- para gobernar a este cabello en plena revolución. Lentes para leer, lentes de sol. Bronceador y bloqueador. Talco y aspirina. Que la luna, las hormonas y lo que hay debajo del ombligo. Que forzosamente hay que tener ombligo. Que hay que dormir y que me haces falta entre los viajes y cosquillas entre las piernas. Que hace frío o que está lloviendo. Que hace calor. Que me siento mareado o asqueado. Que se me secan los ojos o los ánimos. Que me lastimé en la bicicleta o en el amor. Que los rastrillos o las navajas. Que el pediatra, el ginecólogo y el dentista. Que te dejes secar los pies pero que no te dejes enfriar el pecho. Que el escote, la falda y el pantalón. Que los besos, los orgasmos, las caricias. Que aparte de un sombrero y más de cuatro ideas, hay que poner un techo en tu cabeza y un espejo frente a tus ojos. Que tuve pesadillas. Que la respiración, la sed y la angustia no tienen sosiego y que más te vale tener una risa que se les enfrente. Que tardaste nueve meses en llegar aquí y te vas a ir con un suspiro y una chispa. Que estoy borracha. Que estás embarazada.

Es trabajo de tiempo completo el solo hecho de tener un cuerpo. Creo que, tal vez en otro mundo, no necesitamos tanto.

Casi igual

La violencia es una epidemia.
La mente es una máquina.
El tiempo es dinero.
La vida es un camino.
Una discusión es una guerra.
El pasado es atrás.
El futuro es adelante.
Más es arriba.
Menos es abajo.

No es mentira,
es metáfora,
que es casi igual
pero diferente.

La misma razón

Bebo por la misma razón que estudio y que lloro: porque no entiendo al mundo.

Irónica cosa

Para ser feliz hay que hacer el ridículo.
Para ser feliz hay que equivocarse.
Para ser feliz hay que ser vulnerable.
Para ser feliz hay que seguir al corazón.
Para ser feliz hay que cambiar el rumbo.
Para ser feliz hay que aprender a sentir incertidumbre.
Para ser feliz hay que hacer lo que uno ama.

Y por más hermoso que suene todo esto, lo más cierto es que es una trampa. Veamos, las oraciones están compuestas de dos partes: primero, nos dicen algo que deseamos; después, nos dicen algo que no. Para obtener lo que sí deseamos debemos hacer cosas que no deseamos. ¿Y entonces cómo se supone que lo logremos? Es equivalente a que nos estuvieran diciendo "para ser feliz hay que meter las manos al fuego"? Claro que nadie quiere meter las manos al fuego pero también claro que todos sí queremos ser felices. ¿Entonces qué decidimos? Mientras, así andamos, en plena batalla por las calles y por las camas; por los billetes y por las luces, luchando para entender las contradicciones que nos taladraron  en nuestras cabezas de piedra desde mucho tiempo antes de nacer. Irónica cosa que nos obsesione tanto la obtención de algo y que, para lograrlo, debamos hacer cosas exactamente las mismas cosas a las que nos enseñaron a tenerles pánico. Irónica cosa, pues, que haya que romper el miedo para poder sonreír.

Por cierto

Cualquiera que haya visto un poco de agua hervir, se ha preguntado por el origen del universo. Y ha visto el caos a los ojos y ha tenido miedo, aunque sea por dos fracciones de volátil segundo. Cualquiera que haya visto un poco de agua hervir, se ha sentido sujeto a mil misterios y se ha encontrado vulnerable ante todo lo que no sabemos. Hoy, me ha sucedido otra vez. Todo por un maldito té. Por cierto, me pasa lo mismo con las estrellas: será que también hierven y que también dan vueltas de la misma forma.

Just saying

"Combatid vuestra pasividad" 
- Anónimo.

Y la frase pasó a la historia.
Añeja y podrida nos la entregaron en las manos.
¿Quién la dijo?, pues una de dos:
Un pasivo que no combatió el anonimato
o un anónimo que era muy activo.

Las letras son vías rápidas de doble circulación.
Ni siquiera una palabra tiene un único sentido.
Y aquí son sólo veinte o menos,
aunque tal vez más.
Lo bueno es que era una mentira,
eso de que pasó a la historia.
Lo malo es que era una verdad,
eso de que tengas cuidado.

Just saying:
be careful in what you believe to be true.

Run in the family

And before you think again
about getting pregnant, again, 
think twice more before you do it
because, remember:
twins run in the family...

A diferencia de todo


Quiero toda la ternura que acumula el mar sólo para acercarse a besar su playa. Quiero la sabiduría del sol cuando se atreve a pasar entre tantas nubes. Quiero la rabia con la que un tornado embravecido llega a levantar el polvo y va y lo escupe en otro lado. Quiero la calma con la que se congelan los glaciares y quiero la prisa de los ríos cuando van bajando a abrazar a su madre. Quiero la paciencia de la tierra cuando gesta una semilla y la entereza de aguantar sus ramas que aguantarán nidos. Quiero la seguridad de una casa de murciélagos en el medio de la noche. Quiero la magia de un volcán en el centro de mi pecho y la sutileza de la geometría en las flores de colores. Quiero la alegría y la desfachatez que deben tener los hongos para brotar así, tan despreocupados, ante la menor provocación de las aguas del verano. Quiero la ingenuidad del cielo que vive mirando arriba, la humildad del cielo que vive mirando abajo y la fe de las hormigas que ha de cambiar el tiempo. Quiero el misterio de la nieve en tu mirada y el deseo que nos tiemble desde adentro.

Y dado que solamente tengo unos años más en esta tierra, a diferencia de todo lo mencionado anteriormente que bien estaban y estarán antes y después de mí, también, todo eso, lo quiero pronto.


No sin antes

Quiero agradecer al dios que pone cada mañana en mi taza, montones de café que me acarician la garganta al despertar. Quiero extender mi más profundo y sentido agradecimiento a las misteriosas fuerzas responsables del movimiento del majestuoso universo, por el simple hecho de haber conocido en esta vida tus ojos y tu voz. Gracias a las energías luminosas, exactas y microscópicas, por la almohada bajo mi cabeza y mi cuerpo sobre las sábanas de cada noche bajo las estrellas. Gracias por las guitarras, por las películas, por los frijoles y las tortillas. Gracias, otra vez, por las hojas de papel y gracias, otra vez, por el papel de arroz. Gracias por la absoluta indecisión de qué libro leer a continuación y por las lunas de todas formas y colores, y a propósito de eso, gracias por las flores. Gracias a lo indescifrable por las velas y por el vino. Gracias por la pasta, por el pesto y por el postre. Gracias por el jabón y por el perdón; por los abrazos. Gracias por el agua cuando es neblina y cuando es mar o hielo derretido. Gracias por dejarme verlo otra vez y por su recuerdo bajo mis pies. Gracias por el nacimiento de tantas canciones en mi presencia. Gracias por aquél jueves bendito y gracias por la lengua.

Y aunque yo sea pequeñita y las cosas que enumero lo sean todavía más, creo que es de auténtica importancia revisar con urgencia la cuestión de para qué estamos todos aquí. Y cuando digo "todos" me refiero a todos y cuando digo "aquí" me refiero al particular aquí donde cada uno se encuentre en este instante. O acaso he incurrido en la torpe equivocación de mal entenderlo todo y deducir que de eso se trataba nuestra existencia: de notar las pequeñas cosas y agradecerlas a quien sea que las haya puesto ahí, a nuestra entera disposición. Siendo así, me retiro; no sin antes ofrecer una disculpa. Discúlpenme.

2:11

Recargo mi barbilla en la mano izquierda. El frío cristal de la mesa me acaricia el codo. Despeinada, de blanco y con zapatos, el segundero me canta mientras yo cruzo las piernas. Con los ojos abiertos sin mirar, tengo un recuerdo breve y sonrío. Son las 2:11 y no he comenzado a comenzar.

Media hora

El sábado en la noche pasó algo que, aunque lo había imaginado durante meses, jamás pensé que sucedería. Me senté en la puerta principal de la casa mis padres y lo dije. Descalza y con las uñas de los pies pintadas de naranja, como la culpa que sentía en el centro de mi pecho retorciéndome el esófago y algo más. Las uñas de las manos pintadas de rosa como las que vivieron hace poco en la mesa de mi casa. 

Preguntaste cosas, yo te las respondí. Esta sensación de robarle la inocencia a quien me la dio. Y supe que la vida no se trata de pedir perdón ni pedir permiso, ni mucho menos: se trata de estar y de compartir, mientras se pueda estar y mientras se pueda compartir. Debajo de la piel estamos todos desnudos. Porque la muerte nunca llega a tiempo y menos si ya está amenazando. Nada más. Si yo me voy mañana... o tú, habremos sabido que hubo amor y nos vamos a ir de este mundo sabiendo que una mujer fue valiente. 

Te pusiste las manos en la cara, yo supe que no había palabras, que no había abrazo, que no había tierra que llenara ese abismo que se abría. Y nos interrumpieron como siempre se interrumpe la vida cuando está pasando. Quise ser la hija que nunca tendré. Quise ser la madre que nunca seré. Y honré nuestra fragilidad, honré nuestra humanidad porque no pude hacer otra cosa.

Fue en día de muertos y, para respetar el día, mucho de nosotras murió. Y me sentí tan sabia y tan pequeña. Tan fuerte y tan desnuda. Quise plantar un árbol en tu cama y regarlo con mi llanto descosido. Quise salir corriendo y quebrarme para siempre. Quise amarte y reclamarte. Te dije que todo estaba bien aunque yo misma no sabía quién era. No es lo que nadie esperaba pero es lo que es, tan real como la piel quemada. Con ganas de gritar pero morir ahogada de silencio. Con ganas de no entender pero respondiendo preguntas para que entendieras. Supe que la verdad es sólo eso: un fragmento. Me temblaron la voz, las manos y el alma. Y te miré a los ojos mientras tú -ojalá dios sepa- qué pensabas. Hablaste de la importancia de las cosas y de la distracción de la vida. Abracé en mi pecho tu fragilidad en silencio. Ofrecí al cielo disculpas por tu soledad. Me pediste que dejara de fumar y te prometí que lo haría. Y hablamos de mi padre. Hablamos del mundo en el que nací y el mundo en el que vivo. Qué distintos son. Te dije que soy feliz. Sonreíste resignada.

Se me cayó el mundo mientras a ti se te reventaba el universo. Pero ya sabías, al menos eso dijiste. Nunca le agradeceré al escenario que no ayudó, pero sí agradezco a la vida y a la verdad, que aunque no entienda, pude, quise y se dio. Porque así tenía que ser. Porque eso me enseñaste, no a mentir, no a esconderme... menos de ti. Me sudaban las manos pero me abrazaste y abrasaste. Me quieres, lo dijiste. Y yo te creí porque también te quiero.

Estoy rodeada de reinas. Es todo lo que sé. Después de esa media hora, lloré dos noches y un día completo y aunque no pueda saber más, hoy sé eso.