La delgada línea

"La delgada línea" suena a película de acción hollywoodense de muy alto presupuesto en la que podrían aparecer Matt Damon o Colin Farrell con una barba de tres días en extremo sexy y un disfraz de superhéroes universales y todopoderosos en extremo visto. Una de esas tan refritas y tan taquilleras tramas que involucran conspiraciones, persecuciones en helicóptero, políticos corruptos, autos que explotan y algo que ver con la seguridad nacional de nuestros ególatras vecinos del piso de arriba. Los protagonistas siempre terminan con una pequeña y muy controlada herida sangrante en la frente o en la mejilla... y triunfantes, obvio. Podrían filmarla en otoño en Washington D.C. Linda ciudad.

En un universo alterno, de mucho menos presupuesto y fantasía pero no menos suspenso, (y claro, sin Matt ni Colin) está mi delgada línea. Esa delgada línea que no encuentro, esa que se me confunde y desdibuja. Esa que me deja con más preguntas que respuestas entre las cejas, uno que otro ataque de ansiedad y me obliga a salir a caminar tres horas por toda la ciudad un buen domingo por la tarde... o a manejar, también durante tres horas un buen jueves por la noche. Esa que me tiene tan confundida y me hace sentir tan insuficiente y no-apta. Esa que se multiplica y luego se divide, y luego se esconde y luego se me pinta, indeleble, en la piel.

¡Esa que se me pierde tanto que ya dudo que exista! ¡Esa que busco tanto que no puede no existir!

¿Qué delgada línea separa la prudencia cautelosa de la irremediable cobardía? ¿Qué delgada línea separa la emoción de un salto al vacío del pavor a cualquier "desconocido"? ¿Qué tan vacío está el vacío al que quiero brincar? ¿Realmente quiero brincar o prefiero bajar por la escalera? ¿Qué tan desconocido es lo que desconozco? ¿Qué delgada línea separa la estupidez de una esperanza reciclada y la sana paciencia por algo mejor? ¿Cuándo deja de ser flojera y comienza a ser hastío? ¿Cuándo deja de ser cansancio y comienza a ser profunda tristeza? ¿Cuándo estoy resistiendo haciéndome más fuerte y cuándo estoy resistiendo haciéndome más tonta? ¿Qué tanto se trata de arriesgarse a la aventura y qué tanto se trata de ser fría estratega? ¿Qué tan sola estoy realmente... será sólo una trampa ilusoria que hay que atravesar para saber? ¿Qué tan lejos o qué tan cerca, qué tan a punto están de pasar las cosas? En distancias reales, carajo, nadie me diga "pues depende". No sirve el depende, de dependes está lleno todo.

¿Qué línea delgada separa la tranquilidad pasajera de otro ataque de ansiedad? ¿Cuándo es paz genuina y cuándo es evasión irresoluta? ¿Qué es inocente insonmio cotidiano y qué es incertidumbre crónica rutinaria? ¿Cuándo dejo de pagar el precio de ser una adulta independiente y cuándo empiezo a traicionarme a mí misma? ¿Cuándo es no valorar lo que tengo y cuándo es quedar vacía por tenerlo? ¿Cuándo es berrinche y cuándo es necesidad? ¿Cuándo deja de ser una cadena de eventos desafortunados y cuándo comienza a ser un evidente fracaso a todas luces? ¿Cuándo es aburrimiento infantil y cuándo es peligrosa sofocación? ¿Cuándo es persistencia y cuándo es necedad? ¿Cuándo empiezo a respetarte en silencio y cuándo empiezo a abandonarte por la paz? ¿Qué tanto es pasión y qué tanto es arrebato? ¿Qué tanto es esperar y qué tanto es pasividad? ¿Cuándo es comodidad territorial y cuándo es honesta no-atracción? ¿Cuándo la sencillez se transforma en simpleza? ¿Dónde se mezclan la confianza y el miedo? ¡Porque se mezclan! ¿Cuándo es sano deseo de más y cuándo es torpe ambición desmedida? ¿Cuándo se cierra un ciclo de golpe y cuándo no sabes decir "gracias y adiós"? ¿Cuándo es disfrutar ver hacia adentro y cuándo es no querer ver hacia afuera? ¿Cuándo es estar en el lugar equivocado y cuándo es sentirse siempre ajeno? ¿Tomé oxígeno para otro rato bajo el agua o están a punto de salirme branquias? ¿Me tardé en rendirme o me congelé en la comodidad... por más incómoda que era? ¿En unos años me podré reír de esto o jamás me terminaré de arrepentir? ¿Cualquiera en mi lugar se sentiría igual o soy sólo yo con mi intensidad por bandera? ¿Qué tanto ya se me hizo costumbre este discurso y qué tanto estoy alcanzando ya un justo desborde?

¿Dónde están los límites claros y precisos? ¿Será que están donde empiezo a cuestionármelos? ¿Vale la pena buscarlos, existen? ¿Cuándo es dejarse fluir y cuándo es diluirse? ¿Qué tanto de esto mío es mera ficción mental y qué tanto es lo más real de la vida real? ¿Qué tanto es drama y qué tanto es comedia esta mierda? ¿Juego con mis polaridades o ellas conmigo? ¿Brinco la línea o ella me aplasta?

Y sobretodo: ¿de qué jodido lado de la delgada línea estoy parada?

A saber.

Deberían sonar alarmas o prenderse focos cuando uno va crúzandola. Recibir aviso de alguna manera... un correo es suficiente, no pido más. Por lo menos, a sabiendas la historia es otra y uno sabrá qué hace o qué deja de hacer. ¿Pero así, así qué? No nos queda más que seguir caminando a ciegas e inflándonos todos la cabeza con las mismas dudas de las mismas malditas líneas. ¡Ah, qué delgadas son!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

las preguntas que hoy no me atrevo a escribir.

letraaletrahaydetodo dijo...

Ro, en verdad me identifico contigo.

Lo unico que hay que cuidar es: no colgar de ella, porque se rompe y ya valimos una chingada.

Te ganaste un abrazo, una chela y un cigarro. Y yo agradeciendote.