La señorita Paciencia

Si la paciencia fuera persona, sería así: mujer y sumisa (que no es lo mismo). De cabello oscuro y largo pero nunca suelto: amarrado en un chongo feo y tieso. Usaría unos lentes de fondo de botella horribles. Nunca pudo ver bien a dónde iba ni con quién. Ni qué decir del reloj, ¡no tiene! Collar de perlitas, medias. Un bra de elásticos vencidos y unos calzones espantosos. Uñas cortas y limpias, jamás se las muerde. Faldas lisas hasta la espinilla y zapatos horribles de suelas de goma. Blusitas de botones, manga larga y colores sobrios: nunca verde ni azul ni naranja. Escondería un viejo rosario de plata en una de las bolsitas de su suéter. Hablaría poco, con demasiada propiedad y sin decir una sola grosería. Para todo "con permiso", "por favor", "le agradezco" y "no es molestia". Citaría en exceso las genialidades que otros no esperaron para decir y dijeron, "como dijo Neruda...". La música le da igual, no baila, en su vida ha gritado y huele a perfume de abuelita. Le gusta el cine experimental y tiene las piernas invadidas de várices y celulitis. Caderona, friolenta y aburrida. Pálida. Virgen, seguro. Solterona, ¿pues qué más si siempre estuvo esperando? Unos treinta y... casi cuarenta. Mojigata, cero maquillaje y un pequeñito bigote. Nunca bromea ni se carcajea con espontaneidad. No fuma y no toma ni té negro; dice que la altera, sólo de manzanilla y dos veces al día, a la misma hora. Es lingüista, filósofa, antropóloga... algo que ver con los demás pero casi no trabaja. Nadie sabe en qué se le va el tiempo y se la pasa bostezando. Duerme ocho horas diarias: de diez a seis en punto. Su comida favorita: el caldo de pollo tibio. Lenta, sola, callada y alérgica al polen. En sus tardes libres espera las noches. Vive con sus papás. La manipulan, le mienten, se burlan de ella en la calle. Camina mirando hacia abajo y nunca ha dejado el país.

Hasta la prudencia es más inteligente y la desesperación más interesante. Hasta la tristeza disfruta la vida y la angustia se depila las piernas, ¡para que lo sepas, paciencia! La flojera también marchita, nena.

Sobra decir que no podrías ser mi amiga. Mi prisa te hubiera matado a golpes hace un par de años y otra vez hace cinco minutos. Quien sabe, esas personalidades misteriosas... quizá seas una asesina serial y tu próxima víctima sea yo. No me queda otra que esperar a ver qué haces, señorita.

(Gracias, señora, por esta reflexión. Abrazo.)

1 comentario:

letraaletrahaydetodo dijo...

EEEEEENOOOOOORMEEEE ROOOOO!!!


Ja ja ja que barbara, gracias por este... como le puedo llamar, ah si, por esta bocanada de aire fresco para el pensamiento tan contaminado de malas noticias que leo en el periodico al buscar trabajo.

Si tu intencion es: provocar algo en la gente, lo lograste, me hiciste sonreir espontaneamente con este delicioso final. Asi voy a disfrutar mas la hora de mi comida.

Abrazos con mucho cariño. :)