Aunque no debería

No apago mi celular en los aviones. Como cantidades industriales de queso y demasiado picante. Llego tarde a trabajar todos y cada uno de los días. No separo la basura orgánica de la inorgánica, todo va en el mismo lugar. No renuevo mis pólizas de seguro inmediatamente después de vencidas, dejo pasar unos días de "suspenso" y no por olvido. Digo muchas groserías. Escucho música con audífonos a volúmenes muy altos. Fumo como un preso que cumple una cadena perpetua. Sostengo la mirada a los extraños. Hago y me hago muchas preguntas. No he querido tener una tarjeta de crédito y no la tengo. Si en el cine no hay nadie sentado en la butaca frente a mí, subo los pies al respaldo. De noche, leo con la poca luz de una lámpara y sin mis lentes. Tomo agua fría en invierno. Olvido darle de comer a mi pez... yo misma, paso demasiadas horas sin comer. Hablo sola. Jamás leo el periódico. No tengo un fondo de ahorro para el retiro. Es más, cuando mis ahorros alcanzan una cifra importante, encuentro un motivo igual de importante y adiós. No desayuno. Me estaciono en lugares prohibidos y manejo mi camioneta a 100 kilómetros por hora en avenidas con límite de 60. Cuando la ansiedad me gana, mis uñas la pagan. Cada vez que voy a la playa, me tiro como lagartija en la arena durante las horas más fuertes del sol. Me hago colas de caballo con el cabello mojado algunas mañanas. Me pongo acondicionador en todo el cabello y no solamente en las puntas. Como el arroz con cuchara, nunca con tenedor. Hago 3 minutos a mi trabajo y nunca me voy a pie. Tomo café en ayunas... mucho. Reto a mi jefe. No me hago esos análisis de sangre una vez al año. Llevo tenis y jeans rotos a las juntas importantes de trabajo y me visto bien cuando no hay nada que hacer. Digo exactamente lo que pienso, sin disfraces. Duermo muy poco. Quito cínicamente el polvo de ese aparato llamado "elíptica" en el que corría tanto cuando dejé de fumar. Me enamoro de imposibles. Conservo algunos objetos que no quiero ni necesito. Viajo al pasado y al futuro todo el tiempo. Me carcajeo todos los días y creo que un mundo mejor es posible. Confío de entrada en todas las personas hasta que me demuestran lo contrario y no al revés. No le hablo por teléfono a mi abuela los domingos. Escribo estupideces y las publico en internet.

Y aunque no debería hacer nada de esto, lo hago, lo hago todo.
Porque sí, porque ésa soy yo, porque quiero y porque es delicioso.

1 comentario:

Haytace dijo...

Y porque nada de lo que no deberías, debería cambiar :) (va en verdad eso de no ir a pie al trabajo, podrías eh!!!!)