Mujeres tomando café

Un día, compartí una mesa y un buen rato con cuatro mujeres: una, felizmente casada; otra, felizmente divorciada; una más, empedernidamente soltera; y la última, soltera con pareja. Y yo, claro. Las cinco.

En mi mente repasaba a muchas mujeres que también estaban ahí de alguna manera, sin estar: la dolorosamente soltera, la triste viuda, la eterna enamorada, la divorciada y vuelta a casar, la que no quería ser mamá, la que lo fue sin querer, la que lo fue sin saber, la que iba a serlo y no lo fue, la amante, la infelizmente casada, la infiel, la recién comprometida. En fin, a todas.

Independientemente de las distintas edades, lugares de nacimiento, estados civiles, brechas generacionales y demás datos demográficos que no vienen al caso, supe que, por lo general, a la vida le valen madre nuestros planes. Y supe que, pasara lo que pasara con la mía, yo estaría bien.

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