La Ñ

Ñ, decimoséptima letra de nuestro alfabeto. Y solamente del nuestro.

Hay quienes ven en esto, una N cualquiera sólo que con una curiosa curvatura encima. Símbolo caprichoso que algo debe significar.

Nosotros sabemos que es una eñe. Tan parte de nuestro idioma, que no podemos escribir "español" sin ella.

En la Ñ descubrimos al niño pequeño que año tras año le pega a la piñata, a la niña que le pone con cariño un moño a su muñeca y al albañil que, con ese guiño, le coquetea a aquella señorita dueña de esas largas pestañas, piel trigueña y hermoso cabello castaño.

Sin la Ñ, no habría compañía, no habría mañana.
Sin la Ñ, no podríamos soñar.
Hablamos español.

Abril, 2006

1 comentario:

Haytace dijo...

Su señoría,
Estaba en el Abajeño acapulqueño acompañada del dueño (un diseñador empeñado en engañar y dañar hasta lo más profundo de las entrañas).
Tenía pestañas tan pequeñas como un champiñón y llena de lagañas. Gruñón, sobre todo en otoño, esperaba la señal de la cigüeña para realizar su hazaña. Comía un buñuelo con jalapeños, en su añorada cabaña hogareña. Subía a la montaña desde donde divisaba a la señorita costeña en corpiños. Se sentía una araña en campaña a punto de apuñalarla.
Era tal el cariño que le tenía, que cuando tomó el cañón porteño de antaño, sus calzones se transformaron en pañales.
Segundos más tarde, bañado en sangre, la añoranza se entregó a sus pies.