Milenaria acupuntura

No sé en qué lugar del cerebro se aloje la "actitud". Hipotálamo, hipófisis, pituitaria, pineal... da exactamente igual. Yo no tengo que saber porque mis botas lo saben. Un buen par de botas estimulan, como si fueran milenaria acupuntura, ese preciso punto en el cerebro y entonces es como si se fuera otra persona.

Pisando el mundo con aquella seguridad y firmeza, sintiéndome tan dueña de mí misma... ¡o de algo! Tan fuerte, tan invencible, tan grande... mezclas perfectas de reto y seducción. Pasos bien dados, uno tras otro. Obviamente no importa que el capital en mi cartera ascienda a la asombrosa cantidad de 22 pesos mexicanos (en puras monedas) pues yo tengo mis botas y con eso llego a donde me da la gana -caminando-, claro está.

Simplemente no quiero que se termine el día y tener que quitármelas. La aventura termina, el personaje se esfuma y la magia me deja sola. Me atrevo a decir que si no fuera tan incómodo dormir con ellas, lo haría. Pisar el mundo con y sin, es definitivamente distinto... muy. Es más, quizá la "actitud" no esté en el cerebro sino en los pies.

Cómo me gustan mis botas cafés, qué buenas son.

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