¿Nada más?

Es 19 de enero por la tarde y en lo que va del mes (y del año) he leído dos libros que no hubiera leído, me puesto cuatro borracheras, de las cuales tres no me hubiera puesto y tuve que sufrir una consencuente cruda horrible que no hubiera sufrido. Tuve que inventar un pretexto que ni yo me creí. Me imaginé de verdad viviendo en otro país y me decidí por uno de los tres caminos que tenía. Cené en cuatro restaurantes que no conocía y volví a dos que no recordaba, descubrí un bar. Vi un par de excelentes películas y cuando quise llorar, lloré; sin importar qué opinara quien ahí estuviera. Fui a tomar un café con alguien con quien nunca había tomado café y whisky con alguien con quien nunca había tomado whisky. Perdoné al tequila blanco y probé un vodka que me sorprendió. Cené delicioso en lugar de quedarme leyendo. Contesté las llamadas, contesté los mensajes, contesté los correos; todos. Abrí la puerta y la ventana. Ya vi un amanecer sin haber dormido. Dije: "sí, yo te ayudo" aunque no estuviera en mis planes y no supiera cómo. Tuve una buena plática después de año y medio con una buena ¿"amiga" debo decir?, no sé, bueno, como sea, con ella. Y un día antes, dije: "te veo ahí en veinte minutos". Conocí a alguien que me preguntó si me gusta Cerati y alguien más en aprietos que me preguntó si le prestaba los cables eléctricos del carro. Dije cosas que antes, bajo el cómodo resguardo de la prudencia y del respeto, no me había atrevido a decir. Y no me importó decirlas, de hecho, fueron bastante bien recibidas. Fui a una comida que no hubiera ido. Por teléfono, hablo con esos extraños como si fueran mis amigos. He cantado, bailado y jugado. Platiqué con un bartender, un taxista y tres meseros. Me arriesgué a caminar hasta la esquina en una tarde lluviosa y sí, regresé empapada. Soy testigo mudo de dos grandes secretos. Un jueves a las 6 de la mañana, me desperté del ruido que hacían mis propias carcajadas, nunca me había pasado. He dado más abrazos que de costumbre, me he reído más que de costumbre (y quien me conozca sabrá la dimensión; quien no, pues no sabrá). Abrí un blog (¡cosa que es enorme para alguien que dice que "no escribe"!) y tengo un amigo nuevo en una tierra lejana llamada Argentina. He escuchado canciones que antes sólo había oído y tengo como 15 discos nuevos de grupos que no sabía que existían. Me fumé un cigarro en piyama con un amigo que vino a hacer una temprana visita dominical. Comienzo a despedirme concientemente de un espacio. Por fin, cociné ese platillo que sabía que me quedaría lejos del de mi madre y confirmé mis sospechas. Te vi a ti y a ti y a ti. Y hablé contigo y contigo y contigo. ¡Y contigo también! Dije un "va" cargado de nervios, emoción, pasión y miedo. Y menos de una semana después recibí un "va" cargado de nervios, emoción, pasión y... más pasión.

Nada mal para 19 días. Estoy sorprendida y desvelada. Con una sonrisa enorme y unas ojeras que no puedo ocultar. Con sueño pero con ganas de salir. Quiero decir "gracias".

Hace apenas 19 días, harta de las forzadas y frustradas listas de propósitos, me atreví a decir: "ahora no quiero tantos propósitos, voy a experimentar la apertura, nada más..." ¿Nada más? ¡ja!

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