A cucharadas

Después de un largo día de viento frío e indeciso sol, aprendí que al bienestar le gustan los disfraces. Va tomando distintas formas para que no perdamos la fe en su existencia y podamos llegar a la siguiente parada con bajísimas dosis de él. Aparece y desaparece...

Hoy, para mí, se disfrazó de una caliente sopa de fideos y verduras con mucho limón y un poco de chile en polvo. Tenía mucha hambre así que fueron dos platos. Hoy a eso de las 11:43 de la noche, cené bienestar a cucharadas. Encontré por unos segundos, a través de una simple sopa, mi lugar en este planeta que, por cierto, era, el suelo. Y justo ahí, no necesité absolutamente nada más... ni siquiera de mí misma. ¿Cómo puede suceder esto? No lo sé, ni idea tengo, casi milagroso supongo. ¿De verdad a cucharadas? Sí: hasta dejar el plato vacío.

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