Gastando palabras

Lo que estoy pensando en estos días no tiene orden ni acomodo... como botellas vacías cuando los borrachos se van, como las venas en las manos de mi abuela cuando me toca la cara, como la gente gritando el gol un sábado de clásico en el Azteca. Pensamientos en cascada y caída libre. Sentimientos tendidos al sol de un día gris. Apretujados en soledad. No sé cómo me cabe tanta contradicción entre las costillas. Soy tan rehén de mí misma que, en señal de protesta, me he amarrado al cuerpo un chaleco de explosivos para presionar una negociación conmigo. Luego, perdí el detonador y los argumentos. Me quedaron la dinamita y la prisa. Tal vez me lo tragué todo esa noche. Ahora ya sólo queda esperar pero existe otro inconveniente: el tiempo se descompuso; le hace falta una pieza pero es muy, muy vieja y del señor que las hacía, hace muchos años que nadie sabe nada. Tal vez se fue a ser feliz.

Vivir así debería ser ilegal. "Señor, póngame tras las rejas pero haga favor de dejarme afuera porque si nos mete a todas ahí dentro nos vamos a matar una a una y después, ¿a quién acusa? ¿a quién castiga? Piénselo bien, señor juez, pregúntele a sus tantas ganas de ser muy poderoso, yo sé lo que le digo." Nadie pensó nada porque nadie sabía nada. Era todo un simulacro.

Ayer lloré un llanto rojo y enojado. Hinchado. Un llanto solo y ahogado. Lloré para adentro, para afuera y para arriba. Se me inundaron las nostalgias, me besaste los recuerdos, me preguntaste mi apellido. Molesta, harta de caminar en círculos hacia quién sabe dónde. Haciendo pactos de confianza contra quién sabe quién. Cansada de los caminos mal hechos y de los pies que se mueven solos. Que me falta la respiración desde hace años y sé perfectamente cómo llegué hasta acá. Como un náufrago desgraciado, abandonado en la paradoja de morirse de sed mientras flota en el mar. Vaya cosa. Sin saber si seguir nadando o dejarse hundir para siempre. Ya entendió que no importa lo que haga: al final será inútil. Pero la decisión es suya, se pregunta si debe seguir. Entonces, me tapé la cara con las manos para esconderme de mi casa. Por eso y porque no sé llorar de otra manera... no sea que las flores, los libros y los mundos me vieran ahí, quebrada; mojándome hasta los codos con el agua que se me escurría por las grietas bañando mis muñecas y mi suelo. Lloviendo. Irremediablemente lloví hasta que los ojos y la garganta me dijeron "basta ya". Así se siente cuando alguien te arrebata algo. "Pudo ser peor", me dije. No sé si me creí.

Ah, y hoy amaneció nublado por dentro y por fuera de aquí. Clima loco el de octubre. Frente frío número mil. Lindas lunas, eso sí. Dice la vida que los lunes fueron hechos para volver a la normalidad. Lo que no entiendo es quién querría semejante cosa. Es trágico y cómico. Cómico y trágico. Es cíclico y ridículo. Es todo tan importante y tan intrascendente que hasta me da un poco de risa. Aquí se rayarán paredes pero jamás se miente. Jamás. Fue el día que escogimos y así fuimos. Llegamos cantando, sobretodo tú.

Toma: un puñito de arena de mi pecho. Es buena, es del desierto, nació en agosto. Llévatela al norte y ponla en una maceta de colores; riégala con sopa: crecerán amores. Eres el humo que a toda velocidad escapa de la ventana que me dijo "baila conmigo"; y yo, necesitando abrazar. Té de canela con leche. ¿Cómo se abraza un humo si sólo tengo dos brazos? Respirando, supongo. Fumando, eso hago. A ver si sí. Que hay momentos en los que ya no queda más que suponer pero todo depende de qué supongas; por favor, no pienses mal, aprende a creer en el otro. Sí, pues.

Que dice la señora vendealmas que vino mucha gente a comprar mitades. Que nomás quedan las almas completas pero ésas siempre están apachurraditas porque si no dónde se pone uno tanto. "Como usted vea, güerita, ¿qué va a llevar? Hay mucha fila, dígame pronto..." Le pedí tres por si acaso. Me las envolvió en papel periódico. El titular de aquél día decía: "Se le cayó una pestaña y el deseo la pidió a ella". Le platicó sin hablar.

Brotan en torrente también las letras y la voz, no sólo el miedo y lo otro. También llenan los días, también se sienten vulnerables, también lo sacuden todo porque el suelo es blando como el de la delegación Cuauhtémoc. Y de temblores ya sabemos mucho aquí. Voy y me paso. Regreso y me pierdo. ¿Si juntamos dos pérdidas haremos un encuentro? ¿Si juntamos dos lejos haremos un cerca? No creo, la justicia existe pero tarda mucho porque no le urge; podría ser más apasionada. A mí me encantaría pero a mí nadie me preguntó. Te sentaste en primera fila a mirarme de frente y llenarme el suelo de cristales de porqués. Yo estaba descalza pero te abrí la puerta y te pedí que pasaras. Me puse a brincar. Se levantó el telón. Magistral. Tercera llamada, tercera. Comenzamos. Así es el teatro. Maravilloso. Que no hay cicatriz sin herida pero sí hay cosas que aplican al revés... y aquí tienes un ejemplo claro, ¿lo debo repetir? Tengo una máquina de escribir chorreando tinta negra, una bolsa de palomitas llena de lo que soy y la boca seca.

¿Hubiera? No sé de qué me hablas. Hubiera nada. A mí cuéntame de magia, uñas pintadas, luces del patio y del alma y miradas que todo lo llenan. Yo queriendo un poquito de sol y aquí se roban los aguacates del vecino. De haber sabido lo vuelvo a hacer. Saber bautizar gallinas y no canciones debe ser un don del cielo, pero recuerda: beber cerveza con mezcal es otra forma de equilibrar el universo. Los mapas se leen al derecho, es la cobardía la que se ve al revés.

Así las cosas por acá. Una mujer sale a caminar sola el sábado a mediodía y se compra un anillo de un metal extraño, de forma irregular y hecho a martillazos. Es amor a primera vista, lo toma porque sí. Estaba buscando otra cosa y acabó una espiral abrazándole el dedo. Cincuenta pesos mexicanos. Malditas drogas, aquí lo que sobra es dinero, ¿o era talento lo que sobraba? A mí no me sobra nada, hoy menos. Una largatija negra y una botella de vino sin abrir. Pan con mayonesa. No quiero trabajar.

Londres no es Hamburgo y el mejor compañero que alguien pueda tener siempre será un poeta. Contra toda lógica y en el fondo de algunos mares, los volcanes hacen erupción en absoluto silencio. Implotan, estallan para sí. Una servilleta no va a ser suficiente para secar este mar pero el amor al arte es la mejor razón que a mí me cupo. Gracias es una palabra muy corta. Amor más. Y tú, la favorita. Quizá cuando faltan las palabras es porque en realidad sobran. Y yo aquí, gastándomelas todas como si no hubiera mañana. Y quién sabe si lo haya, parece que no.

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