Joaquín se burla de mí

Siento lo que traiciono cada vez que canto Contigo con él. Ya casi no me atrevo a decir que yo no quiero un amor civilizado. Me come la vergüenza. Hasta lo escucho aguantarse una sonrisa burlona cuando me atrevo a acompañarlo en sus versos. (Porque ésos sí son poemas; ahogados en realidad, poemas al fin.)

Las escenas en el sofá son inevitables, hay que entenderlo ya. Ni qué decir de los viajes al pasado, son aún peores. Yo tampoco quiero domingos por la tarde ni columpio en el jardín. Sí sé llegar a fin de mes pero no quiero calor de invernadero. No encuentro ni los besos ni las cicatrices. Que nadie me diga que volvamos a empezar... jamás. Y esas manzanas dos veces por semana creo pueden llegar a ser negociables. Sí quiero que carguen mis maletas, no quiero que elijan mi shampoo. De planeta ya me mudé. Me corté el cabello y brindé. Ya estuve en París y en Venecia también. Y tengo todo, menos los ojos tristes.

Que sólo queremos que mueran por nosotros, menudos cabrones.

Yo tampoco quería, Joaquín, un amor civilizado. De verdad que no.

Pero me siento domesticada. Y ni cuenta me di.

Por favor, ya no te rías de mí.

No hay comentarios: