Lo menos pensado

Soy el agujero de mi sillón naranja y todas las historias que contaría si pudiera.
Soy el aire que sale despacio por las ventanas porque uno nuevo ocupó su lugar.
Soy la soledad llorando a carcajadas bautizando canciones y poesías.
Soy las películas que dejé a medias y las razones por las que valió la pena.
Soy una canasta de fruta fresca en un día de verano en el sur del mundo.
Soy un vaso con agua mineral con hielo.
Soy una taza que quería café pero le dieron té.
Soy las bocinas reventando en el mejor concierto de tu vida.
Soy una loca leyendo a Benedetti en los jardines de la universidad.
Soy el queso parmesano que no le pusiste a la pasta que no cenaste hoy.
Soy Avenida Patria y Avenida Vallarta y tantas calles que me caminaron.
Soy el vacío en la panza de mi guitarra y mi chamarra gris que parece verde.
Soy las hojas que se le cayeron a un árbol durante la noche y que alguien barrió por la mañana.
Soy el vaivén de un barco anclado en cualquier puerto de cualquier playa de cualquier mundo.
Soy la música de un sueño en vivo y a todo color.
Soy el cartón de las cajas de mi última mudanza.
Soy la altura de "a estas alturas".
Soy las campanadas de las doce del día de aquella iglesia en la que hace años no me aparezco.
Soy el piso de la casa de mis padres.
Soy cada insecto que he matado en treinta años, queriendo o sin querer.
Soy un balcón lleno de macetas llenas de flores llenas de polen llenas de alergia y alegría.
Soy el contenido de las bolsas de basura que saco desbordantes de mi departamento.
Soy un quizá que nació no y un quizá que nació sí.
Soy el vagabundo que vive bajo el puente a cinco cuadras de aquí.
Soy las caricias torpes de quien no me supo a mar.
Soy el montón de risas a tiempo y lágrimas a destiempo en las que me he derramado.
Soy el agua enjabonada que se va por el desagüe cuando me estoy bañando.
Soy abril, otoño, sábado y media noche.
Soy la voz en mi cabeza diciendo que no hay voz en mi cabeza.
Soy mi cuna, mis tíos, mis ahorros y mi piel muerta.
Soy los cristales que no he roto con piedras que no he lanzado.
Soy cada regalo que jamás usé.
Soy cada banqueta que he pisado con esas botas negras.
Soy cada piel que he besado y cada gemido que he ahogado.
Soy cada fotografía que he tomado sin usar ninguna cámara.
Soy el perro que ladra en la puerta de alguna casa en La Habana.
Soy toda la ceniza que he tirado por ahí.
Soy todo lo que he escrito y lo que no.
Soy lo que borro, lo que edito, lo que guardo para un después que no siempre llega.
Soy mi pupila dilatada, mis escalofríos, mis estornudos y mi tos.
Soy mi lámpara encendida en pleno día.
Soy cada kilómetro que marca el contador de mi camioneta y todo su desgaste.
Soy en cada mirada de alguien que me recuerda.
Soy cada delito que he cometido, porque si a esas vamos, delincuentes somos todos.
Soy la justicia que brilla por su ausencia en este bendito país.
Soy las cicatrices que se borraron de mis piernas y las que no se borraron de mi memoria.
Soy el montón de explicaciones que todos merecemos y que nadie da.
Soy la varicela que me dio cuando niña.
Soy mi lista de palabras favoritas.
Soy todas las nostalgias que me faltan por sentir.
Soy la que, por mera voluntad, lo pierde todo una y otra vez.
Soy mi olor, mis pecas, mis calcetines perdidos, aquél saco de lana que nunca encontré.
Soy el grito más silencioso que jamás escucharé.
Soy todo lo que me estoy callando porque he encontrado la forma de hablar sin decir.
Soy lo menos pensado y lo más.
Y con todo lo que soy, hoy sólo siento que nada.

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