Solsticio de verano

Otro lunes, media hora tarde. Toda una mañana de más café y tomar las riendas. Buen humor, el fin de semana fue genial. ¿Qué iba a hacer? Ah, sí. Estructura, orden, papeles, ¿y qué sigue? Ah, sí. Trabajar, trabajar, y trabajar. ¡Hambre! Casi tomaba regalado ese vaso con elote con chile pero me recordaron: "eh, la moneda". Ah, sí. Te marqué pero no me contestaste, luego no digas que no escuchas mi voz, ja. Esperar casi media hora por una ensalada muy dulce y muy salada pero España metió dos goles y supo mejor. Y a mí que no me gustaba el futbol. ¿Y mis cigarros? Ah, sí, ya no fumo.

Un pisotón, otro olvido y tres horas más lo cambiaron todo. Llegué a casa tarde. Volteé hacia adelante y vi a esa yo que todavía no existe pero que ya es. Y vi a esta que ya existe pero que todavía no llega. ¿Y? Primero cené y después corri 6 kilómetros y medio. Naturalmente, el estómago reclamó. Pues, ¿qué esperaba?

El solsticio de verano es el día con más horas de sol en el año; técnicamente, el día con más luz. Y fue el día en que decidí decidir. ¿Sería la luz, sería el sol, sería el pisotón? Fue todo. ¿Miedo? Miedo quedarme donde mismo. Mañana la historia será otra, al menos habrá una respuesta. Gracias, solsticio de verano por sacudirme. Ya veremos en qué acaba y ya veremos dónde estoy en el solsticio de invierno. Qué emoción.

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