Muy poco

Gotas de agua que resbalan en el cristal. Talento escondido bajo las piedras de los números. Una fantasía en el medio del mar y un cielo gris al que quisiéramos ir corriendo. Cosquilleos de fuego en lugares prohibidos. El colibrí que aletea ese recuerdo y las escaleras mirando hacia abajo. Trocitos de coco, borrachos, nadando en azúcar y en las rocas. Mentiras que viven en la punta de tu lengua y verdades que bailan calladas en tu piel. Viento que nos despeina el orden y fuego que nos lo quema. Una mirada incómoda, cobarde. Una sonrisa falsa y otra. Una voz que da asco. Diálogos virtuales que ponen a hervir la imaginación y las burbujas que se disfrazan de testigos. Tu voz en mi memoria. Palabras con las que nos vestimos la desnudez. Un cuadro rojo que invita a la ilusión y enmarca la que fui. Años que pasan rechinando las llantas y el futuro que viene a pie y despreocupado. La fuerza, en huelga, sostiene una pancarta que dice: "yo quiero ser frágil". La complicidad escondida en la trinchera del silencio. Escote sugerente, promesa absurda, ataque de risa, comezón en la garganta, pisos blancos y tos. La soledad no está sola: se fue a marchar con todas las soledades. Música vieja fundida adentro de un alambre. Combustible guardado por si otra vez. Un pez que vuela amarrado. Aceite, vinagre y olas frías. Un extranjero, ¡como si no lo fuéramos todos! Paredes de algodón con trampas espinosas sin escapatoria. La intermitencia de ese foco lo condena al aburrimiento eterno. La esperanza es una puta que ya se los cogió a todos y ahora esos todos la quieren matar... no por infiel ni por mentirosa sino por fácil. Un escritor muere y un clavo no puede solo. Pequeñez limitada envuelta para regalo sobre la mesa de madera... y vapor. El deseo se escribió en el papel, se tachó, se arrancó, se arrugó y se tiró a la basura sin pedirle permiso a nadie. Espuma de cerveza hirviendo y cadenas que se rompen por el eslabón más grande. Europa. Fantasmas que viajan diez años para plantarme un beso y que me hacen perder un libro. El desastre gestándose bajo el cobijo de una obsesión asesina. El sexto sentido pidiendo argumentos y el ámbar escupiéndole en la cara. Escándalos guardados en bolsas de plástico en el congelador. El verde te engañó, entiéndelo. Recuerda que te fuiste llorando. Sábanas, sudor, jadeos, los dos despeinados: yo más. Caricias que no tienen hambre pero que no saben cómo quitarse la sed.

La humanidad no se vende, se regala a granel. Yo tomo la mía a puños y la lanzo contra el espejo. Dedos de humo, la muerte en el aire, a sorbos. Y, si es mía, me parece poco una sola vida... muy poco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué gusto escucharte de nuevo! te extrañé, va con un abrazo.

(º/º)