Formas de ser lágrima

Llorar es volverse río canal que lleva y se lleva. Derretirse como glaciar, derramarse como nostalgia de otoño, escurrirse como se escurre el amor. Volverse el cristal que forma la nube que nubla la tarde en la que iba a haber fiesta. Ser la forma sin forma de la niebla fantasma que temen los pilotos de los aviones que cargan a ciegas cientos de almas en sus tripas de acero. Contar la historia con la rabia potencia de los huracanes que sin hablar destruyen pueblos, bosques y recuerdos de civilizaciones que sí sabían lo que les pasaba por dentro. Obligar a descansar los músculos que sostienen lo que sostengan y los músculos dando batalla con arcos, flechas, convulsiones y contracciones. Ver mi rostro al borde del reflejo de un pantano de contradicciones. La partícula del océano profundo que al sol se le olvidó tocar. Cada gota de agua que sale por los ojos es una gota de sangre que antes brotó del alma. A veces mucho antes. Quiero llorar con la fuerza que confía un árbol. 

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