Sexo, (drogas) y roncanrol

Hoy es el lunes después de la sobredosis. Hoy hubo que pagar la cuenta, la factura pendiente. Malditas drogas. Acabo ansiosa, destruída, con las ojeras en las manos y siempre con ganas de más. Poseída y hecha pedazos. Incapaz de responder por mí. Con el sistema nervioso colapsado y síntomas evidentes de una intoxicación de la que apenas me estoy recuperando cuando ya quiero más.

No se puede dejar de consumir consumiendo, eso me queda claro; pero desde el miércoles, esto es el colmo. No he dormido, he comido mal, se me olvida tomar agua y apenas puedo cargarme el cuerpo. Y aquí estoy, haciéndolo de nuevo: inyectándome las letras que escribo, aspirando películas y vino tinto, fumando largas pláticas y tomándome pastillas de cerveza, ron y fútbol. Poniéndome música nueva debajo de la lengua, bebiendo nicotina, enrollando café y vomitando conciertos en vivo.

Benditas drogas que alivianan la existencia. Las mías son ésas. Todas legales, afortunadamente... pero drogas, al fin. Y yo aquí, con sobredosis y sin saber dónde se rehabilita uno de esta asquerosa adicción a la vida, de estas ganas de más. Perennes e insaciables.

Un fin de semana memorable que se llenó de excesos desde el miércoles. Pinche junkie de mierda que soy. Y dicho esto, sólo resta decir lo siguiente: que vivan el sexo, (las drogas) y el rocanrol.

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