Porque es tradición

Hay algo macabro en las tradiciones. Algo oscuro y digno de profunda sospecha. Como esa materia que se quema en esos contenedores de plata en las iglesias y que agitan en monótono vaivén frente a la audiencia como con ganas de hipnotizarla. ¿Qué será lo que estamos respirando? ¿Incienso, copal, opio? ¿Mierda carbonizada y aromatizada? Quien sabe pero nadie se va, todos se lo fuman sentaditos en sus bancas porque estamos en misa y así es, ¡uno no cuestiona a un sacerdote, por los clavos del cristo! "Oiga, disculpe, ¿qué es ese humo que nos está lanzando en la cara? Estoy un poco inquieta por eso, ¿me podría explicar?..."

Hay algo macabro en eso que repetimos sin cuestionarnos y donde incluso, nos atrevemos ingenuamente a depositar nuestra identidad misma. "Es que es tradición", repetimos como autómatas sin conocer las raíces, los motivos, las tergiversaciones, ni nada. Porque perdón, pero sí hay algo weird & heavy en lo que viene repitiéndose en automático, generación tras generación, imprimiéndose en las almas herederas que empieza siendo una heróica carrera de estafetas y acaba siendo un patético juego de teléfono descompuesto.

Porque así ha sido, porque sí, no preguntes, no te metas, chingado; ¿para qué quieres saber? Hazlo, carajo, ya, y no la estés haciendo de pedo. Porque aunque posiblemente algunos incómodos y con reservas, aunque posiblemente algunos con mejores ideas, con dinámicas más acordes y más coherentes; más actuales y con más sentido propio potencial; nadie se atreve a desafiar en voz alta, nadie se atreve a proponer algo distinto, a generar algo nuevo, nadie se atreve a romper la burbuja que nos hace tribu... porque no, porque compartir la misma tradición es lo que nos hace grupo. Y sin un grupo uno no puede hacer nada en la vida entonces más vale que te calles y ni te metas, eh.

Hay unas tradiciones hermosas, no lo niego. Hay unas impresionantemente mágicas, cuando se sabe el origen y la razón y se hace con convicción y se pone el corazón en ello. Porque una cosa es lanzar piñas al aire y otra muy distinta es representar el compartir la propia cosecha de la vida. Pero también hay otras que francamente dan ganas de dejar de ser mexicana, dejar de ser católica, dejar de ser mujer, ¡dejar de ser! Dan ganas de de arrancarse el apellido paterno y el materno y lanzar el pasaporte, el certificado de bautismo y los girones de piel a una fogata en cualquier playa perdida del pacífico mexicano mientras uno se fuma algo y se caga en su linaje hacia diecisiete generaciones arriba.

El rebelde será un estúpido, un loco, un traidor. Cualquier pregunta es amenaza, cualquier protesta es blasfemia. Porque nunca ha sido cómodo alguien que levanta la mano para hacer una pregunta. Hay que neutralizar al rebelde, a como dé lugar. Porque sí, porque siempre ha sido así. Porque eso también es tradición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ro, eso que motiva a desmotivarse es una institución con tantos tumores cancerosos que, se necesitaría que todos se suicidaran para que quede completamente limpia.

La religion no es problema, el poder, si.

Ya que.