Mejor dormir

La ociosidad huele a muerte, tiene cara de añoranza y pesa como toda la arena del mar cayendo en el reloj gigante del tiempo perdido. Horas pantanosas e inútiles flotando en el lodo viscoso de la duda y la anticipación. Soledades compartidas de miradas vacías y distantes. Pieles que no se tocan, sonrisas añejas y resecas que fotografían un pasado lejanamente pasado. Palabras que no saben salir de las gargantas para volverse aire o vibración. Cuerpos aletargados y entumidos que van doliéndose en los hombros, los pies y el aliento. Un vistazo al oscuro abismo y darse cuenta que está tan vivo como se pueda estar.

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