Preguntas sencillas

Últimamente, me cuesta un trabajo monumental responder a las preguntas más sencillas que la gente me hace. Preguntas tan simples, de tres o cuatro palabras que, francamente, me dejan con la misma cara de imbécil cada vez que me toman por sorpresa. Especialmente ahora, que no sé un carajo de nada. Falta que me pregunten mi nombre y me quede trabada también. Que, al paso que van las cosas, no lo dudo ni tantito.

Ayer me preguntaron: "¿de dónde vienes?" Es verdad: me quedé en silencio y lo único que acerté a hacer fue rascarme la cabeza y sonreír. Para interrumpir la incomodidad y mi propia confusión, dije: "soy de Hermosillo pero viví en Guadalajara 7 años y acabo de llegar acá hace un par de meses".

Siguiente pregunta, no menos fácil: "¿y cómo llegaste a México?" Abro mis carcajadas, lanzo al aire un par y digo: "Uf, varias cosas. Profesionalmente yo ya no podía crecer en Guadalajara y al mismo tiempo pasó que conocí al que hoy es mi novio y... bueno, siempre me ha gustado moverme y no quería dejar pasar la experiencia de vivir en el DF unos años, tomé la decisión de mudarme y me mudé".

"Tú allá y el acá, ¿cómo se conocieron?" Vuelvo a rascarme la cabeza. Un poco como síntoma inequívoco de frustración y comedia evidente; y otro poco para ganarme unos segundos y estructurar la respuesta siguiente. "Es que ya nos conocíamos. Su hermana es una de mis mejores amigas de toda la vida y él y yo nos conocimos en realidad hace más de 13 años. De hecho, él no estaba aquí, estaba en Londres y yo en Guadalajara, nos pusimos en contacto por internet hace unos meses y aquí estamos..."

"¿Y ahora qué haces?"
Yo estuve en ese momento a punto de levantarme y salir corriendo por la puerta con cuidado de no abrirla, para dejar una silueta de mi imagen al atravesarla, como en las caricaturas. "Ahorita no estoy trabajando. Renuncié a la agencia de publicidad en la que trabajé 5 años allá y ahora estoy buscando chamba y esperando a ver qué llega..."

"¿Y qué estás buscando?"


Para este punto, yo ya estaba resignada: había preguntas simples pero ninguna respuesta fácil. La época del estudias o trabajas se terminó hace mucho tiempo. Era más fácil entonces pero incluso hace unos años, tenía que contestar que hacía las dos cosas. Mi camino está lleno de vericuetos, de sís pero nos, de largas historias y giros inesperados. De respuestas enredadas y puntos de inflexión.

Vengo de otras vidas, de otros tiempos. De Hermosillo, Guadalajara, Estados Unidos y Europa. Vengo de mi departamento en el poniente de la ciudad. De San Pedro de los Pinos, para ser exactos. Vengo de un cuarto piso con balcón. Vengo de estar en el jardín hace 2 minutos y vengo del lugar de tus sueños. De donde prefieras vengo. Llegué a México un millón de veces. Las últimas dos fueron por aire y por tierra. Llegué a México porque me convencí, porque Guadalajara se terminó, porque me trajo el corazón y no sé cómo explicar la certeza que tengo de estar aquí ahora. Llegué a México porque se me terminaron las excusas, llegué porque sí. Y no sé cómo nos conocimos. No recuerdo la primera vez que nos vimos, recuerdo la última. Pudo ser en la escuela, la calle o en su casa. No sé porqué le escribí ese día justo a él y no sé porque me contestó del otro lado del mundo, donde estaba. Es más, ni siquiera sé si nos conocemos realmente todavía y si sí, no sé si fue en esta existencia. Ahora me despierto tarde y sin prisa, eso hago. Y disfruto el placer que hace años no vivía, de no hacer nada que no quiera hacer, de no ver gente que no quiero ver. Tomo café, fumo, leo, escribo, cocino, pienso muchísimo, ando en piyama, hablo sola y duermo acompañada. Desayuno a medio día y como a la hora de cenar. Veo películas y tomo vino. Estoy revalorándolo todo, bajando la velocidad para ver con claridad. Descansando, disfrutándome y aprendiendo a esperar y a confiar. Estoy deteniéndome y reencontrándome. Juntando las piezas. Estoy buscando el trabajo que me esté buscando a mí. No sé si será escribiendo, detrás de un micrófono, en un festival de cine o en un escritorio en un corporativo. Estoy buscando un trabajo para hacernos felices: él a mí y yo a él. El último lugar que quiero pisar en esta tierra es una agencia de publicidad y eso lo descubrí hace unos días, en el silencio de mi departamento en soledad. ¿Qué estoy buscando? Estoy buscándome a mí misma en la ciudad más grande del mundo.

Hay preguntas sencillas pero no hay respuestas fáciles. Y todo depende de dónde empiece a contar la historia, que tan acá o qué tan allá nos vayamos. Eso aprendí.

1 comentario:

M dijo...

Amo tu blog! lo mas genial de que cuando me pregunto como andara ese puntodelag, busco quizaalguienlolea, y lo leo y me haces el dia!, me identifico, me comueves, me pones a pensar/reflexionar... y yo digo que si estas ahi en mexico o donde sea es porque asi es, y es para ti y devoratelo que es tuyo! y aunque lo niegues eres una gran escritora, simplemente porque no dejas de hacerlo, porque te gusta y porque es otra de las cosas que no tienes que dar respuesta, eres genial gracias por compartir! sabes? ese proceso de catarsis a veces me pasa cuando te leo! un abrazo y buena vibra!