Un caprichito

No puedo creer que una naturaleza que fue lo suficientemente creativa como para pintarnos el cielo de colores por la mañana y por la tarde y bañarnos la cabeza de estrellas cada noche; una naturaleza que inventó seres tan inverosímiles como los pulpos, las nubes, los alcatraces y los jaguares; una naturaleza de la que crecen árboles del suelo (¡árboles del suelo!), que inventó los tornados y las tormentas de nieve, en la que el mar tiene voluntad y vida propias; una naturaleza en la que maravillosos olores, texturas y criaturas están cambiando a cada segundo en cada rincón del mundo... sea la misma naturaleza que no pudo encontrar para nosotras otra pinche manera de avisarnos que no estamos embarazadas. Ése fue el capricho en la pieza maestra de esta directora creativa. Y el mío es creerlo así.

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