Manifesto

Me rehúso a obedecer en todo. A renunciar al derecho de encontrar mis propias respuestas y a permitirme el aburrimiento o la tibieza de alma. Me rehúso a conformarme con cualquier aspecto de mi vida que no me satisfaga y me rehúso a tener que dar siempre una explicación lógica a mis decisiones. Me rehúso a quedarme a vivir en la tristeza, en el dolor o en la apatía; a abandonar lo que me haga sentir amor. Me rehúso a no escuchar a mi cuerpo y a ir en contra de mi intuición. Me rehúso a permanecer callada ante lo que no me parece y, me rehúso también, a cocinar opiniones al vapor y a fabricar juicios instantáneos sobre cualquiera -hasta de mí misma-. Me rehúso a los absolutos, a olvidar la sorpresa, a dejar de buscarme y a dejar de jugar. Me rehúso a ver los límites como barreras y a desconfiar de todos. Me rehúso a sentir miedo todo el tiempo y a ver sólo el peor escenario posible. Me rehúso a dejar de escribir, a dejar de viajar y a dejar de soñar. Me rehúso a acumular cosas o ideas que ya no me sirven y a guardarlas sólo por tradición o por nostalgia. A sentirme separada de todo lo que me rodea, a dejar de estudiar y a soltar la terquedad. Me rehúso a serle fiel a algo -o alguien- antes que a mí misma. Me rehúso a la violencia. A creer en los accidentes y en la "suerte" como respuesta ante lo inexplicable. Me rehúso a darle toda la razón a la razón.

No hay comentarios: