Para ser feliz hay que equivocarse.
Para ser feliz hay que ser vulnerable.
Para ser feliz hay que seguir al corazón.
Para ser feliz hay que cambiar el rumbo.
Para ser feliz hay que aprender a sentir incertidumbre.
Para ser feliz hay que hacer lo que uno ama.
Y por más hermoso que suene todo esto, lo más cierto es que es una trampa. Veamos, las oraciones están compuestas de dos partes: primero, nos dicen algo que deseamos; después, nos dicen algo que no. Para obtener lo que sí deseamos debemos hacer cosas que no deseamos. ¿Y entonces cómo se supone que lo logremos? Es equivalente a que nos estuvieran diciendo "para ser feliz hay que meter las manos al fuego"? Claro que nadie quiere meter las manos al fuego pero también claro que todos sí queremos ser felices. ¿Entonces qué decidimos? Mientras, así andamos, en plena batalla por las calles y por las camas; por los billetes y por las luces, luchando para entender las contradicciones que nos taladraron en nuestras cabezas de piedra desde mucho tiempo antes de nacer. Irónica cosa que nos obsesione tanto la obtención de algo y que, para lograrlo, debamos hacer cosas exactamente las mismas cosas a las que nos enseñaron a tenerles pánico. Irónica cosa, pues, que haya que romper el miedo para poder sonreír.
1 comentario:
Irónico el miedo... que palabras tan tiernamente acomodadas...para aprender. Gracias.
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