Cualquiera que haya visto un poco de agua hervir, se ha preguntado por el origen del universo. Y ha visto el caos a los ojos y ha tenido miedo, aunque sea por dos fracciones de volátil segundo. Cualquiera que haya visto un poco de agua hervir, se ha sentido sujeto a mil misterios y se ha encontrado vulnerable ante todo lo que no sabemos. Hoy, me ha sucedido otra vez. Todo por un maldito té. Por cierto, me pasa lo mismo con las estrellas: será que también hierven y que también dan vueltas de la misma forma.
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