
Hace muchos viernes por la noche robé un letrero de no estacionarse. Sí, lo robé del árbol donde vivía solo fuera de una casa grande y decidí que estaría mejor en mi departamento pequeño y conmigo. Lo clavé en una pared cerca del baño, tan contenta y orgullosa. Una bonita decoración... ¡y muy barata!
Pasaron meses, le tomé cariño.
Hace unos días, pensé en pintar esa pared donde estaba colgado y lo hice. El símbolo tuvo que ser trasladado a otro rincón de nuestro hogar. Hoy lo clavé en la pared naranja, la de la escalera con las plantitas. Justo de frente del lugar donde me siento a escribir. Lo vi y pensé: "no estacionarse: regla de tránsito... y ley de vida".
Es así de sencillo: los símbolos son claros y están vivos.
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