Nueve libros, una libreta, una pluma, dos teléfonos, un encendedor, una caja de pañuelos desechables, el estuche de los lentes, el control remoto de la televisión, cuatro almohadas, las sábanas naranjas, el edredón a rayas, la cobija azul y la gata con los colores de un cappuccino en la playa gritan tu nombre a todas horas. Y no sé ya cómo decirles que no los abandonaste. Que fui yo. Es que el universo se redujo. Es que en esta casa ya no vive nadie.
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